Óptica periodística: El abuso de Sayco –Acinpro

No son uno, ni dos, ni tres, si no más de 30 comentarios que en la última semana escuché de pequeños comerciantes de Ibagué, quejándose por el abuso que Sayco-Acinpro viene haciendo para con pequeños negocios.

Resulta que ha llegado por estos días un recibo de cobro de derechos de reproducción de la música de autores y compositores, donde se les cobra 230 mil pesos por todo el año 2012 y de ñapa el cobro de diciembre del año pasado algo más de 17 mil pesos. Este año pagarán dos mil pesos más a 19 mil mes. La fecha límite de pago es hasta el 28 de febrero.

De cuando acá y a qué genio se le ocurrió que podían cobrar por un servicio por adelantado todo el año.

¿Que tal que esos negocios quiebren, cierren, dejen de prestar sus servicios el mes entrante, en tres meses o en seis meses? ¿Se les devolverá la plata con todo e intereses? ¿Cada cuánto estas dos entidades están haciendo el recorrido puerta a puerta para saber si están abiertos aún esos negocitos?

Y no estoy hablando de grandes emporios del comercio –no-; me refiero a pequeñas micro o famiempresas que comienzan a abrirse camino en sus distintos mercados y que ya deben afrontar semejante abuso de esta cuestionada y nunca bien ponderada entidad como lo ha conocido la opinión pública en los últimos meses.


Sin importar si es una panadería, una heladería, una zapatería, una venta de ropa, una pequeña marroquinería, un sai, todos entran por derecha a engrosar el costal de riqueza de la entidad Sayco - Acinpro.


Lo único que requiere es que tengan un radio, minicomponente, grabadora, donde este se pueda ver para que llegue esa presión por plata de esa entidad. Y si el equipo radial solo se usa para poner noticias, o escuchar los espacios donde no hay canciones ni se utilizan fondos musicales, igual paga. No ¡que tal la conchudez!


Lo mejor es que entonces con la complicidad del Gobierno central, los locales  y el Congreso de la República, cobren el impuesto desde el mismo momento en que cualquier ciudadano compra un radio u otro aparato en tiendas especializadas, grandes superficies, sanandresitos o donde los vendan, con eso la gente sabe que tiene que pagar de una a estas dos poderosas y ricas sociedades.


Y no me vengan ahora con el cuento de que es para preservar la dignidad económica de autores y compositores y de aquellos dedicados a la industria de la música en cualquiera de sus actividades. Porque si eso fuera así no tendríamos noticias diarias de que X o Y compositor murió en la ruina en su casa, no dejó un solo peso en el bolsillo, había que buscarle hasta para el cajón y enterrarlo a través de los noticieros.


Nadie está en contra de que se preserven y respeten los derechos de los autores, sus creaciones y obras, pero tampoco nadie está de acuerdo en que amparados del noble sentimiento traten de exprimir hasta el último real a cualquier tipo de negocio con un cacharro prendido.


Me parece que es hora de continuar el debate surgido el año anterior con los tremendos desafueros descubiertos allí, con sus abusos, con su filosofía casi extorsiva y legislar desde el Congreso sobre al asunto de una vez, para que no se siga con el argumento aquel de que es una entidad privada y sin ánimo de lucro lejos del control del Estado.


Ya se tienen experiencias por mil en todo el mundo, y en Colombia de manera particular, que cuando el Estado es incapaz o pierde su fuerza reguladora y disciplinante frente a las acciones de los privados o sus ciudadanos es el caos, los abusos y la pobreza la que sobreviene, en beneficio de unos poquísimos haciéndose ricos.


Así pasó con la salud, la banca, el transporte público, la seguridad, -y muy pronto con la educación pública- y ahora con la música. Ni más faltaba que también llegue este abuso y todos nos quedemos tan tranquilos y sin musitar melodía alguna.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –Gersan-

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