Y con base en esa invención hemos desarrollado el riesgo y la incertidumbre para muchas de nuestras decisiones, acciones o determinaciones en la vida misma, sea laboral, personal, familiar o social.
Es por ello que precisamente el estudio del futuro y la prospectiva han tomado tanto auge desde mediados del siglo XX; como dirían los griegos: Pro: adelante y espetare: mirar. Mirar hacia adelante o mirar el futuro. Siempre todo ello atravesado por el nuevo dios Tiempo.
Nos hemos acostumbrado a medir todo bajo esa constante llamada tiempo. Que si largo plazo, mediano plazo o corto plazo. El problema en que nos encontramos en la modernidad es que ni siquiera nos hemos puesto de común acuerdo sobre dicha constante.
Según los estudiosos depende del sistema bajo análisis en que estemos que podríamos definir el largo plazo. Por ejemplo, para un electrón en un acelerador de partículas serían segundos; en estudios sociales, se cree que de 20 a 30 años; para la historia de la humanidad y del mundo, se supone que millones de años.
Mejor dicho, formalmente esto puede interpretarse como la constante de tiempo o tiempo de respuesta de un sistema. Más claro aún: “lapso necesario para que el sistema llegue a un nuevo valor estacionario luego de un estímulo con un impulso”, según el profesor Antonio Alonso Concheiro, uno de los más reconocidos prospectivistas latinoamericanos y toda una autoridad mexicana del tema. O mejor dicho, lo que se demore algo en adaptarse, amoldarse o ir de vuelta a su estado inicial, luego de un estímulo o ruptura que lo desequilibró.
Parece existir desde el siglo pasado una marcada tendencia, sobre todo en el mundo occidental, de reflexionar sobre el futuro. ¿Qué nos depara éste? ¿Qué podemos hacer para evitar algunas cosas de él? ¿Cómo “leerlo” y anticiparnos a acontecimientos? En fin.
Ese frenesí nuestro por el tiempo futuro viene precisamente de que esta era del conocimiento, la información, la comunicación, los avances tecnológicos nos ha vuelto una sociedad con una enorme sensación de No control sobre el futuro y el tiempo. Esto porque muchas de sus verdades y paradigmas se rompieron, los significados de siempre se resignificaron y muchas verdades se quedaron sin peso. “Ya no se tiene sensación de control sobre futuro”, ha dicho el científico Antony Giddens.
Pero por qué nos hemos y seguimos preocupando tanto los seres humanos por el futuro y el tiempo. La respuesta parece simple: porque es inevitable, de ello depende nuestra supervivencia. Toda acción está dirigida hacia el futuro. Nuestra vida es una actividad orientada hacia lo que ha de ocurrir. “El significado del presente o del pasado solo se clarifica más tarde, en relación con su futuro. La vida humana es ´futurición´ determinada en mayor medida por lo que aún no acontece”, dijo don José Ortega y Gasset, en alguno de sus escritos.
Es por ello que aún vivimos presos del tiempo y del futuro. Tan difícil es esta situación que aún se estudia, que se tiene claro que una cosa es el tiempo rural y otra el tiempo urbano; el tiempo de la puntualidad para algunas culturas y de la impuntualidad para otras como la nuestra; el tiempo del trabajo y el tiempo de la familia; el tiempo en el invierno o lluvias y el tiempo en el verano con calor; el tiempo del reloj o el tiempo de los eventos.
Todavía seguimos buscando la respuesta a la pregunta de qué es el tiempo, desde las ciencias físicas y desde las ciencias de la conciencia y la mente. Qué si es cíclico, lineal, helicoidal, relativo, más preguntas que respuestas.
Por eso si usted es de los que siente que el tiempo no le alcanza, es porque vivimos en la inmediatez y el tiempo parece estarse comprimiendo, haciendo el futuro cada vez más cercano, dicen los estudiosos.
Pero no se preocupe el tiempo es solamente una sensación en el universo en la que usted y yo culturalmente debemos adaptarnos y vivir.
Una de las invenciones más perversas del hombre en la búsqueda de su modernidad es el tiempo, o mejor, la medición del tiempo, o la interpretación que cultural y socialmente se hace del tiempo.
Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ - GERSAN-
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