Óptica periodística: La mentira de la gratuidad educativa

No puede uno como colombiano sentir más que indignación cuando escucha desde el Presidente de la República, pasando por su Ministra de Educación, gobernadores, alcaldes, secretarios de educación, que con desfachatez y de forma descarada hablan de que existe gratuidad educativa en Colombia.

Que mentira más absoluta y más grande la esgrimida por todos ellos; y no estoy exagerando, ya voy a decir el porqué de mi afirmación. La gratuidad educativa, así completica, debería incluir que el Gobierno entregara a los estudiantes sus uniformes de diario y de deportes, incluidos por supuesto los zapatos respectivos para los dos; los cuadernos, libros o textos guías, útiles y demás.

La palabra correcta debería ser pedacito de gratuidad, o algo más acorde con la verdad y la realidad. Pero si se dice así entonces pierde el encanto politiquero, descrestador, populista, mediático y así no funcionaría entonces ni para el Gobierno ni para el show informativo.



Y es que hagamos cuentas simples sobre lo que le cuesta a un padre de familia llevar a su hijo a la institución educativa pública en un año escolar como el que inició este mes en el país. Aparte de la matrícula y pensión que asume el Gobierno en sus propios planteles estatales.



Tomemos el ejemplo de un padre cuyo hijo (a) esté en quinto grado, por ejemplo, le tocará comprarle o mandarle a hacer una o dos camisas de diario que no le rebaja de 20 mil pesos y eso para que no llegue a quitar y lavar para el otro día. Ahí ya son 40 mil pesitos.


La jardinera del uniforme unos 50 mil pesos, barato, barato; los zapatos escolares en promoción para ese uniforme de diario 60 mil pesitos y otros 60 mil los tenis de educación física.


La estudiante verá entre ocho y 10 materias, para cuyo aprendizaje los profesores pedirán por lo menos siete libros para matemáticas, ciencias, sociales y demás. Mal contados 300 mil pesos. Y nada de fotocopias, son los libros comprados a las casas editoriales y punto.


No hablemos de cuadernos de pasta dura y cosidos –que es lo que exigen en casi todos los colegios nuestros burgueses sindicalizados profesores oficiales- si no de los baratos de tres mil pesos, es decir, allí serían 30 mil pesos más.


No hemos contado aún los otros gastos que requieren las instituciones que se sacan por asociaciones, clubes y demás para poder obtener algún recurso y mantener los colegios medianamente limpios, operando, con papelería, canchitas demarcadas y otras cosas que no preocupan a los gobernantes que no ven sino las sillas y pagar a los profesores, pero no en el funcionamiento, el engranaje y andamiaje de los establecimientos; 100 mil pesitos más. Súmele lápices, sacapuntas, colores, reglas, colores, carpetas, hojas cuadriculadas...100 mil más.


El salario mínimo que perciben cuatro millones de trabajadores –casi todos padres de familia- quedó en 660 mil pesos en 2013 y deberán invertir por lo menos 740 mil pesos para que sus hijos vayan a estudiar bajo la política de gratuidad educativa. Hombre la verdad, aquí si mandamos es cáscara con tanta mentira sobre esa falsa gratuidad educativa y nadie ni se sonroja.           



Credito
Nelson Germán Sánchez Pérez –Gersan

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