Flaco favor se hacen a su propia credibilidad las autoridades medioambientales regionales y otras instancias, en promover foros, espacios, crear comités, inventarse instancias, para tratar de visibilizar las ventajas de permitir explotar el oro en contravía del medio ambiente, el agua, la alimentación y las consecuencias sociales que se sabe de bulto esa actividad industrial ha llevado a otras regiones del país y del mundo.
No se necesitan armar debates institucionales inanes como los del viernes pasado en el Centro de Convenciones de la Gobernación, sobre lo que no es menester debatir, porque la sana lógica y el sentido común ganan más adeptos cada día frente a decir no a la explotación minera.
Seguir en ese empeño es dar pie a suspicacias frente a cuál es el real interés de desgastar a los ciudadanos, las instancias, las corporaciones, la opinión y los medios sobre algo que pierde cada día más adeptos. ¡Ojo con eso!
Pero bueno, podríamos pensar que esos pocos impulsos de querer meter a la fuerza las bondades de la minería en nuestra región y con nuestros dirigentes es un simple coletazo de lo que sucede en el país.
Se debe reconocer que gracias a la Política de Seguridad Democrática del gobierno Uribe, Colombia se volvió un destino apetecido de las multinacionales mineras (oro, carbón, níquel y demás) para venir a invertir y obtener exuberantes ganancias por dicha explotación, como ya es de público conocimiento también.
Además, es conocido que ni el país ni el Estado estaban preparados para una avalancha en este sentido y, por eso, con su precario catastro minero, sin las instituciones técnicas para ello, sin personal, sin recursos, se atrevió también en el gobierno anterior a dar cerca de 20 mil títulos mineros nuevos.
Lo que se sabe ahora es que no se respetaron reservas naturales, páramos, áreas de protección y demás. Títulos que se calculan abarcan 22 millones de hectáreas en el país tanto para explotación como para exploración.
Hoy cerca de 1720 empresas mineras tienen títulos vigentes y los particulares tienen algo más de siete mil títulos para las mismas actividades. Por eso, nombres como Xstrata plc, BHP Billinton, Anglo American, Drummond, Glencore, Vale Coal, Votoratim Metais, Mineros S.A, Medoro Resources, Gran Colombia Gold, MPX Energia, y Anglogold Ashanti, entre otras, se hicieron cada vez más comunes para los colombianos.
Los estudiosos calculan que la inversión minera se triplicó en los últimos diez años, pasando de cuatro mil millones de dólares a más de 12 mil millones, actualmente.
Igualmente, aunque hay amenazas de reformar las regalías e impuestos mineros que se pagan al Estado -y se saben no compensan el daño y las utilidades obtenidas por las empresas y los particulares-, todo siempre se queda en simple arranque por parte del Gobierno y el Congreso ¿Por qué? Mmmmm. En fin, esto simplemente para ponernos en contexto. Pero lo cierto es que el Tolima cada vez con más ahínco le dice No a la Colosa.
No nos digamos mentiras ni nos llamemos más a engaños, cada día más los tolimenses cierran filas frente a rechazar el proyecto de explotación minera en Cajamarca, llamado La Colosa.
Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-
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