Tuvo que sentir el país desabastecimiento de alimentos y carestía, incomodidad para desplazarse por sus vías principales y el ardor del coletazo de dicho paro en algunos hospitales de las regiones, para descubrir la verdad que padecen ese millón de familias cafeteras –las pequeñas o minifundistas-, al parecer llevadas a la quiebra por la burocracia y la poca habilidad gerencial y de prospectiva de la Federación y por quienes ocupan los comités departamentales, quienes por dignidad y vergüenza deberían estar ya pensando en alistar maletas e irse a seguir lambiendo a ministros y alto gobierno desde otros cargos, y así evitar que a los caficultores cada día les vaya peor. Ese sería un acto de grandeza, de carácter y de liderazgo real. Pero se sabe no sucederá por carencia de lo anterior.
Igualmente, es necesario caer en cuenta de que posiblemente el Gobierno no tuviera dicha información, que la tuviera maquillada, parcial o no correspondiente a los costos reales y la inversión que se necesita para que una parcela cafetera produzca. Si esa afirmación fuese cierta, entonces también habría un grave problema de información en sus cifras, que también recaería en las cabezas actuales de dicha organización nacional y departamental cafetera que no se las entregan al Gobierno como son.
De la misma forma podría uno pensar que el Gobierno, en cabeza del Presidente de la República y sus ministros, se hacía el de la vista gorda frente a la dramática situación de los pequeños y medianos cafeteros, pues precisamente nunca pensó que los de abajo se sublevarán tratando de modificar el statu quo y reivindicando derechos.
Y que se sintiera cómodo escuchando aduladores de sus medidas macroeconómicas, de miles de millones en crecimiento de la inversión extranjera directa e indirecta, de cómo crecía el PIB, de que el país saca excelentes calificaciones financieras dadas precisamente por el sistema financiero y bancario mundial, pero esas condiciones de riqueza para los inversionistas no se traducen en mucho para mejorar las condiciones de vida y los ingresos de la mayoría del pueblo colombiano.
Claro que es necesario tener en cuenta que el sistema de producción cafetero nuestro -de medianos y pequeños- no es que haya hecho mucho para cambiar sus técnicas y procesos de producción –o reconvertir, dicen los expertos- y mirar nuevas opciones para el producto.
En fin, la lección aquí para los cafeteros, para el gobierno y para líderes gremiales, asociativos y políticos nacionales y regionales es el peligro de rodearse de lame-medias, de quienes les dicen lo inteligentes que son, lo líderes, el carácter que tienen, lo trabajadores, sin darles información real y verdadera de las cosas, decirles la verdad de lo que son, y recordarles las decisiones y órdenes que impartieron y que luego no quieren asumir para no “quemarse” en su imagen o con sus votantes. Una lección para analizar con calma e inteligencia.
El paro cafetero que tuvo el país en vilo en los últimos días, que como siempre desnudó la fragilidad de nuestros sistemas de conexión e interconexión, es un buen ejemplo de lo que sucede a quienes están a la cabeza de las instituciones cuando se quieren rodear, “ronroniar” y mantener solo escuchando las voces de los aduladores y chupa medias.
Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ –GERSAN-
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