Preocupantes son los datos que la máxima autoridad ambiental del departamento, Cortolima, en cabeza de su director, Jorge Enrique Cardoso, dio el pasado Día del Agua sobre el tipo de líquido que corre por entre nuestros valles, montañas y mesetas.
Palabras más palabras menos lo que señaló Cortolima es que estamos dejando a las futuras generaciones agua de poca calidad tanto para consumo como para otro tipo de actividades, ya sea para las del hogar, las de la industria u otro tipo de trabajos.
“El Departamento está perdiendo el año en relación con el tratamiento de agua residuales”, se le escuchó decir a la cabeza de Cortolima. El problema es que así como se contamina se está vertiendo a nuestros ríos, quebradas, riachuelos y lagunas. Lo peor de todo es que el mayor problema lo tiene la capital, es decir Ibagué, donde la problemática es grande, pues, según cálculos de Cortolima, para mitigar dicha contaminación acuífera se requeriría de siete plantas de tratamiento más a las existentes.
Lo realmente triste y preocupante es que ante el anuncio de Cortolima que está soportado sobre estudios técnicos, investigaciones y el conocimiento de todo un grupo de profesionales es que la ciudad no se hubiera conmocionado y manifestado inmediatamente. La academia hubiese reaccionado solicitando acciones inmediatas y ofreciendo a sus mejores mentes para ello.
El Alcalde de Ibagué tendría que haberse pronunciado, anunciar las acciones, las gestiones, los recursos para tratar de mitigar el problema. El Ibal debería haber actuado en consecuencia con ello. El Gobierno departamental ni se diga, moviendo sus equipos y recursos para apoyar a Ibagué en la situación; y del Concejo municipal y la Asamblea se deberían haber escuchado públicamente sus voces sobre tan grave problemática. ¡Ah! Y nuestros gremios convocar de manera inmediata una de esas tantas reuniones que se inventan para tomarse fotos, buscando qué hacer para evitar que más agua se siga contaminando.
Pero no. Nada de eso sucedió. Aquí el Alcalde se quedó callado, el Ibal enmudeció, el Gobierno departamental calladito y tranquilito, los gremios en lo social y del resto ni hablemos. Pareciera que este fuera un asunto de poca monta frente a la vida de quienes habitamos y habitarán este territorio en los años por venir y requieren de agua para vivir.
Es como si la carga del asunto y la responsabilidad fuera sólo de la autoridad ambiental regional y no de autoridades, agremiaciones y ciudadanos. Para refrescar la memoria, el informe de Cortolima señala que hoy -mientras usted amigo lector mira esta columna- sigue cayendo el agua putrefacta a ríos como Combeima, Coello, Alvarado y Opia, que es utilizada para surtir incluso acueductos.
Ojalá que ese llamado de Cortolima surta el efecto debido y así como se reunieron nuestros parlamentarios para brindar su apoyo al Alcalde, se reúnan para debatir un tema -ese sí- de la máxima importancia como lo es evitar el seguir contaminando el agua. ¿O será que si se toca un tema de estos, inmediatamente el ciudadano de a pie podrá pensar qué ocurrirá entonces si se permite la explotación minera que se pretende en Cajamarca por Anglogold, y el posible envenenamiento con cianuro del agua que iría a parar a varios de nuestros ríos?
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