Le pusieron una bolsa en la cabeza y lo golpearon

Nelson Germán Sánchez

El siguiente es un impresionante caso de violencia en un colegio, actitudes casi delincuenciales o un ‘buying’ o matoneo exagerado. Lo hago público porque a este tipo de situaciones en las instituciones educativas hay que ponerles un alto y un precedente inmediato para evitar tragedias y no ser un cómplice de las mismas.

Al joven del grado 10-1 Julián Sánchez, cuyo nombre publicamos con autorización de sus padres, el viernes pasado a eso de las 9 de la mañana -dentro del salón de clases- tres de sus compañeros lo atacan. Uno lo sujeta por detrás e inmoviliza con una llave y lo toma por el cuello, otro le coloca una bolsa plástica sobre la cabeza, luego de lo cual proceden a agredirlo a puños, puntapiés y pegarle con un tubo.

Imágenes que quedaron grabadas en las cámaras que están instaladas en el salón de clases y que luego vio su madre, de manera impávida. Censurable la conducta agresiva de los jóvenes Torres, Rodríguez y Sánchez, pero más aún la del colegio Jiménez de Cisneros, sus directivas, que no avisaron ni llamaron a los padres del menor, sino estos se enteran tres horas y media después de sucedidos los hechos.

Lo hacen por boca del propio estudiante cuando llega a su casa, pues tampoco le dieron explicaciones a su hermano mayor, el encargado de ir por él. Grave que en cabeza del rector José Calixto Durán, del cuerpo profesoral, el comité de convivencia escolar, no se hayan tomado las medidas y avisado a los padres de familia. Eso es como querer seguir promoviendo silencios cómplices con este tipo de agresivas actitudes, como ocultar malos actos y si con mirar para otro lado todo pasara o dejara de suceder.

Será que el colegio conoce si estos jóvenes agresores son repitentes de esta conducta, los tienen en algún tipo de acompañamiento especial o que han hecho con este tema. ¿Qué hubiera sucedido si aprietan más la bolsa y el joven muere? Si el tubo con el que golpean revienta un órgano vital lesionándolo de por vida o matándolo allí mismo.

El 20 por ciento de los niños estudiantes en Colombia son víctima del ‘buying’ o matoneo, según un informe de la Fundación Universitaria de Ciencias de la Salud, que reveló que uno de cada cinco niños es víctima de este flagelo. Flagelo que, por demás, no sólo destruye mental, espiritual, física, moral y socialmente a quien lo sufre sino que lo lleva incluso a la muerte como ha sucedido en cientos de casos en Colombia por todos conocidos.

En el 2013 el Icbf llevaba alrededor de 120 casos de restitución de derechos a niños que habían sufrido matoneo gravemente. Bogotá, Sucre, Caldas y Tolima, son los departamentos donde más intervenciones se han debido hacer.

Como si esto fuera poco, la denuncia por lesiones personales en este caso no será recibida sino hasta mañana martes, porque en el entender de algunos funcionarios de la Fiscalía no se podía hacer porque no había servicio de energía eléctrica; ese es el reflejo del profesionalismo, el sentido de compromiso y responsabilidad social que pareciera habérsele impregnado últimamente a algunos funcionarios de ese organismo.

Por qué no se puede hacer una recepción de denuncia a mano alzada, como dirían los abuelos; la respuesta es simple: Porque la pereza pareciera carcomer a algunos de pensar que después tendrán que trabajar pasando lo escrito a los formatos que ya tienen en sus equipos de cómputo. Y aún nos preguntamos porqué tan poca credibilidad en la justicia.

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