De Santiago a LH

Nelson Germán Sánchez

El artista ibaguereño Santiago Cruz desborda amor por esta ciudad. Ibagué es su referente permanente de lo que ha sido su vida en lo profesional y en lo artístico. Como ningún otro habla con orgullo de la ciudad, de sus paisajes, su comida, los lugares que hay que visitar. Es más, se sabe que de su último éxito, el lanzamiento lo hizo en el sur de la ciudad, su video lo grabó también allí como una manera de llamar la atención frente a que los de Ibagué no son solo los de El Vergel, La Pola, Cádiz, Las Victorias, El Campestre o los edificios altos y nuevos que nos invaden.

La maduración del artista en lo musical y lo personal no tiene discusión, nuevamente fue postulado a los premios Latin Grammy por su álbum Equilibrio en la categoría de mejor álbum cantautor. Pero más allá de ello, es referente porque es un profesional en todo el sentido de la palabra, en las distintas entrevistas concedidas últimamente deja ver las etapas o fases de quien aprende de los errores y acumula del pasado para volverlo experiencia.

También, de cómo se debe reconocer lo que no se hizo bien, lo que se debió corregir, los cambios asumidos para superarse y lograr los objetivos propuestos. El tomarse en serio la profesión que se ha escogido y de cómo los buenos resultados de hoy son el resultado del esfuerzo, la disciplina y la dedicación, es decir, de un 99 por ciento de sudor –pero no jugando golf- y un uno por ciento de inspiración.

Con la tranquilidad de quien hace lo que le gusta, se siente cómodo con ello, tiene una posibilidad de aportar al cambio colectivo a través de su arte, dice que no hay que pasar por la vida impunemente cuando se tiene la posibilidad de aportar algo a los demás en los espacios que la vida da.

Es coherente con lo que es, es decir, un músico, un artista, que sabe cuándo lo ha hecho bien y en qué momento debe dar más para bien propio y su proyecto de vida individual, para la cultura en general y para el público amplio.

La de Santiago es una vida ejemplar, y no hablo de que no pueda tener rabias como todo el mundo, comete imprudencias, le dé pereza, ni que sea un santo varón ni mucho menos. Si no al ser expuesto por los reflectores al público sabe exactamente cuál es su responsabilidad y cómo debe mantenerla.

Muy distinto a LH, que pareciera no saber el cargo que tiene, la responsabilidad endilgada, la profesión pública que escogió, el deber que viene con el cargo que se ocupa y lo que se espera de quienes ocupan puestos de liderazgo social y asumen la conducta de pobrecito yo, que ante un fracaso, una ineptitud explícita, pareciera acudir a nadie me entiende, todos me odian, todos conspiran contra mí o aquí no pasó NADA, eso no nada, la ciudad no se acaba, yo no me muero por eso si no se realiza un evento de transcendencia; sin tener en cuenta que detrás de estos hay enormes daños colaterales para la imagen propia de la ciudad, se golpea el corazón del sentido de pertenencia de la gente que ya de por sí está bien maltrecho según los últimos estudios, y no se diga de las posibilidades de negocio que se vinieron al piso, los ingresos que se dejaron de percibir y los puestos de trabajo que se podrían crear. “Cada persona se forja su propia grandeza. Los enanos permanecerán enanos aunque se suban a los Alpes”. August von Kotzebue.

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