Comienza un nuevo año y las expectativas están puestas en que las cosas mejoren, que cosas positivas pasen en la vida y que solo tengamos noticias buenas. Amén que así sea.
Ojalá que en ese mundo de buenas informaciones se concrete el mal llamado acuerdo de paz de La Habana, que es el acuerdo entre el Gobierno Santos y la guerrilla de las Farc para dejar las armas y poner fin al conflicto, porque la paz no está allí ni se conseguirá con dicha firma. Por eso –y por no conocer la minucia de lo acordado y evitarme pesos de conciencia futuros - es que me abstendré de votar en la consulta o referendo.
Dios quiera que en el nuevo año el Gobierno nacional corrija su política macroeconómica de gastos e inversiones viales por doquier, sin tener el sustento económico real para hacerlo, lo que tiene al país en semáforo amarillo rumbo a una nueva inflación desbordada y a varios sectores productivos con saldo en rojo.
Así mismo, que tanto entidades nacionales como regionales, incluidos los nuevos gobiernos Departamental y de Ibagué, no den palos de ciego frente al cambio climático y el fenómeno de ‘El Niño’ que irá hasta mayo, tengan ya los planes de contingencia, proyectos sostenibles en el largo plazo para evitar mayores catástrofes por las sequías y quemas que tendremos.
A propósito de esto, que en dichos gobiernos estén ya en marcha presupuestal y logísticamente los planes de apoyo a los cuerpos oficiales y voluntarios de bomberos, la Defensa Civil, la Cruz Roja y todos los organismos de socorro y ayuda, para que la falta de recursos, de implementos, de herramientas, de transporte no sea el común denominador con el que nos topemos en la realidad cotidiana.
Toda una política de atención y prevención de desastres, se requiere ya; por tanto, las secretarías del ramo deben ser las más robustas presupuestalmente por parte de los mandatarios.
Como el cambio climático sin duda afectará la salud colectiva, importante será entonces que presupuestal y financiera se tenga robustecida la red pública de servicios hospitalarios, en especial para el hospital Federico Lleras Acosta y el San Francisco, y programas de prevención serios y estructurados. Pensar en el paciente y no en los contratos de suministros y en los proveedores.
También, estar al tanto de la seguridad en las zonas urbanas y rurales, no se trata solo de aumento del pie de fuerza y de visitas para la foto, sino de nuevas estrategias de trabajo articulado entre autoridades y ciudadanos, lo mismo que de la utilización de herramientas tecnológicas y de información que sirvan para esa labor.
Combatir sin cuartel las mafias enquistadas en Ibagué y zonas como Flandes y el norte tolimense, y el microtráfico, debe ser una labor inmediata de los mandatarios.
Claro, también dar mensajes públicos y categóricos de mantener esas mafias y sus familiares sin conexión directa con los gabinetes, porque eso es como abrir una puerta a la connivencia mafia-gobierno, a la cual debemos estar muy atentos todos.
Más que cientos de horas de trabajo de domingo a domingo en la teoría del burro, se necesita más inteligencia, planeación, orden, ejecución y seguimiento a las tareas, para lograr los objetivos que el Tolima e Ibagué requieren.
Lo que necesita la región y la ciudad son líderes en la gestión y la ejecución y no caudillos politiqueros o jefes de campaña de nadie, porque de eso ya hemos tenido de sobra en el Tolima. A trabajar no por el “show mediático”, sino por las realidades que necesita nuestra bella tierra es lo que hay que exigir a los mandatarios en este 2016.
Comentarios