Pero no es una historia polÃtica, no es la épica de los héroes, ni siquiera es la de los guerreros triunfantes ni mucho menos de la guerra. No. Es la historia de una familia desmembrada por las constantes invasiones de su territorio, ya por los soviéticos, ya por los alemanes, que desarraigaron a miles de estonios a territorios vecinos.
Los personajes principales, Aliide Truu y Zara se encuentran de la manera más inesperada. La primera es una anciana que vive sola en el campo, en una casa que fuera de la familia desde tiempos remotos. Zara es rusa, vÃctima de la trata de blancas, que escapa a sus manejadores y verdugos y en su huida termina en la puerta de la casa de Aliide. En la medida en que interactúan se va descubriendo la historia de una familia desarraigada y desmembrada por la lucha de posesión del territorio, que va apareciendo paralela en las remembranzas tanto de Aliide como de Zara.
Lo importante de esta novela es su estructura y su lenguaje. Montada en cinco partes, cada una de ellas compuestas a su vez por capÃtulos breves que alternan presente y pasado de cada uno de los personajes, van revelando su historia con un ritmo vertiginoso que mantiene en suspenso al lector.
Me parece que, a diferencia de muchas de nuestras novelas, Oksanen logra una profundidad que está basada en el conocimiento de la historia de su patria, mientras que las nuestras son bastante superficiales, epidérmicas, bien escritas también, pero carentes del sustento de la investigación.
Estamos ligados a la historia. En verdad cada historia personal es digna de ser contada, no sólo la de los grandes personajes, porque cada uno de nosotros va constituyendo a diario una historia que no se escribe y se pierde en las calles del olvido. Pero también esa historia personal está ligada a la historia nacional y esta conexión es a veces lo que falta en nuestras novelas para que sean buena literatura.
De ahà que la lectura de “Purga†nos sirva para confrontar nuestra actitud frente a la narrativa y a la historia. No necesariamente novelas históricas, hay que perderle el miedo a la terminologÃa, sino una historia coherente, de mirada amplia y con la profundidad del conocimiento.
Y recuerden que todo lo que se cuente es historia, porque siempre se escribe sobre lo ya sucedido.
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