Esta es una de las conclusiones que podemos extraer de la lectura del libro de Camilo Pérez Salamanca, “Héroes sin pedestalâ€, volumen tres de su Quinteto de Ibagué, recientemente presentado al público en la Biblioteca DarÃo EchandÃa. Con él su autor nos recrea las décadas de los años cuarenta y cincuenta, en especial aquellos seres que por capricho del destino influyeron de alguna manera en el acontecer de aquella época.
Es fascinante descubrir la historia subterránea de Ibagué, que revela y complementa la historia de los grandes protagonistas, los de los monumentos, a través de personajes ya sepultados en el olvido, intrascendentes en apariencia en la vida cotidiana, pero categóricos en su conducta y su manera de enfrentar los avatares del destino.
Héroes anónimos que hoy nos parece inverosÃmil que hayan existido, en especial por sus actitudes enfrentadas al normal desarrollo de las instituciones aunque, como es obvio, carentes de pedestal en algún lugar público de la ciudad.
Esa es la valiosa labor que realiza Camilo en su obra sobre Ibagué, que ya completa tres tomos, “Inquilinos del novecientos†(I), “Para contarle al olvido†(II) y el que comentamos, “Héroes sin pedestal†(III). Esta es, en resumen, la siembra de Camilo.
Por el libro nos enteramos de cómo el partido conservador también tuvo su Varón, Eugenio Varón Pérez, sacrificado por la venganza liberal impulsada por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, el bogotazo y, al decir de Camilo, el ibaguetazo, con iguales ribetes de tragedia. El Varón del partido liberal fue Tulio Varón, héroe de la guerra de Los Mil DÃas,
Y nos enteramos de cómo el poeta Jorge Ernesto Leyva, “Jorgesito†como él mismo contaba que le decÃa Pablo Neruda, jugó en el equipo Boca Juniors, base del Deportes Tolima. Por fortuna se dedicó sólo a su poesÃa.
¿Quién acepta hoy que un alcalde prohÃba la música en Ibagué? Pues eso sucedió en aquellos años que acumula el libro, episodio contado en la crónica “Cuando la música fue prohibida en la Ciudad Musicalâ€.
Y uno se asombra al saber que las acciones de una prostituta tumbaron al alcalde para que de nuevo los instrumentos retornaran a Ibagué e hicieran vibrar el aire con sus notas…
Por eso debemos leer y conservar estas crónicas. Son la herencia que nos descubre Camilo con sus libros.
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