Hace cuarenta y un años, a raíz de la exposición retrospectiva que en su homenaje llevara a cabo el Museo de Arte Moderno de Bogotá, MAMBO (mayo, 1971), escribí un comentario, que se publicó en varios medios, en el cual dije: «En Edgar Negret sorprende su gran habilidad manual para la construcción. Escogió de la época contemporánea un hecho trascendental como lo es el espacio, no para conquistarlo sino para abrirlo al asombro de sus propias proyecciones. Porque es evidente que en Negret el espacio juega un papel de primerísimo orden donde el volumen acerca y repele, unifica y al mismo tiempo rompe. Escogió también un material dúctil, que se deja modelar: el aluminio. Plasmando en él sus concepciones se dejó llevar por el proceso del acoplamiento de planos para romper la monotonía del espacio. Esa inserción de unos planos en otros le da a su obra una sensación vertiginosa y dinámica.»
Y finalicé mi artículo diciendo que «Edgar Negret seguirá dándonos sorpresas, causando rechazos y adhesiones (por encima de todo ello un escultor de verdad) pues como decía el escultor David Smith “cada vez que hago una escultura, esta engendra diez. El tiempo es demasiado breve para realizarlas todas”»
Hoy ratifico esas apreciaciones. Cuarenta de sus obras están en el Museo de Arte del Tolima, MAT, para un recorrido sucinto pero muy diciente de la trayectoria de este artista colombiano que naciera en Popayán en 1920 y muriera en Bogotá en este año, 2012.
Edgar Negret, junto a Eduardo Ramírez Villamizar, conforma la vanguardia de la escultura en Colombia, y ha sido presencia viva en el desarrollo del arte nacional.
Acompaña esta singular muestra la obra titulada “Anatomía de la música”, en donde el escultor es el artista turco Ibahim Demir y el músico el compositor barranquillero Juan Camilo Arboleda, quienes experimentan con un acople entre la música y la plástica, algo que no es de fácil aprehensión.
Vale la pena el experimento, porque las doce esculturas llevan mensajes de delicadeza y voluptuosidad bajo una música intrínseca que no se escucha y otra evidente, no necesaria al ritmo y al movimiento de la escultura.
Chocan un poco los soportes, que parecen aparatosos y poco discretos frente a la delicadeza de las formas.
Es gratificante poder asistir al MAT para admirar estas dos muestras escultóricas.
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