Sólo hasta el pasado jueves supe que el Tolima no había producido un largometraje propio. Los que había visto o bien tenían el tema o bien el escenario eran de realizadores de otras tierras, con guiones que tenían poco que ver con el ser y la cultura del Tolima.
De ahí que la promoción de “Paisaje indeleble” como el primer largometraje tolimense me llenó de alegría y más aún cuando me invitaron al estreno de la cinta en el Royal Films del Acqua Word Center.
Fueron muchos los sentimientos encontrados que se agolparon en mi mente, mucha la nostalgia por un paisaje que, dentro de poco, sólo estará en la película, y el sencillo acto de rescate de tradiciones de nuestras gentes expresadas en la comida, la música o los diálogos, sin mayores pretensiones de deslumbrar sino, más bien, de hacer visible la justeza del lenguaje, usado para lo estrictamente necesario.
Jaime Barrios, su guionista y director, con su equipo de trabajo, ha logrado hacer del paisaje tolimense un actor principal sin el cual cualquier paso sobre la tierra carece de sentido.
La forma como el protagonista se inserta en la visión del espectador sale del paisaje, de la naturaleza agredida. Y su recorrido, de una lentitud a veces desesperante es, por decirlo de algún modo, la recompensa.
Es su reencuentro con su tierra y para nosotros, los espectadores, otro reencuentro con nuestra identidad, muchas veces perdida en otras identidades.
Hay muchos silencios que se traducen en dudas o en indagaciones mentales para descubrir actitudes y formar historias. Porque cada espectador puede montar su propia historia. De paso, se sabe que el protagonista se fue a Europa a estudiar, pero no se sabe el motivo por el cual regresó a un recorrido como el que hace por su tierra, no sabemos qué disputas han ocasionado el deterioro de los lazos familiares. El tío que resiste, la abuela que agoniza.
Mejor decir que no tenemos necesidad de que se nos informe sino, más bien, de concentrarnos para usar la intuición que ha de llevarnos a la verdad, si es que existe, o a estructurar esa historia que debe quedar como resultado de ver “Paisaje indeleble”. Cuando yo la pueda reconstruir, con seguridad me va a gustar la película.
Si no logro encajarla, la lentitud podrá ser agobiante y llevar al abandono.
Ha sido una experiencia singular. Llama al apoyo de los tolimenses porque su aporte como fotografía de la región, como música nuestra, en este caso del maestro César Zambrano, es especialmente significativo.
Felicito a Jaime por su atrevimiento al desafiar con su historia las historias cliché que abundan en el cine comercial, saturado de sexo, violencia y vulgaridad. Jaime le ha hecho un poema visual al Tolima.
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