He leído un hermoso poemario. Y un poemario es hermoso cuando responde a los postulados que me integran como lector y actor a una sociedad con una cultura también mía. Las palabras corresponden a ese universo lleno de comportamientos e ideas similares y, por tanto, me identifican. De ahí que valores como el dolor, la esperanza, la melancolía o el amor, tienen una connotación similar en mi interior y en el interior de una vasta comunidad con la que transito, quiéralo o no, la vida.
Un poeta, entonces, expresa el dolor que siente por un hecho trascendental que forma parte de su destino como lo sienten los demás, sólo que para unos puede ser el grito o las lágrimas mientras que para él es la ternura y su elaboración estética.
El hermoso poemario leído es “Otra vez el silencio”, de Yesid Morales Ramírez, breve libro transido de esa ternura que nos hace sentir la tragedia que viviera en su interior y nos hace partícipe con la construcción de un lenguaje que ha de quedarse en todos como sensibilidad y conocimiento.
Veamos: “Otro día de sol con el recuerdo / de los días felices a tu lado. / Otra vez el silencio sin tus pasos, / sin la esperanza de verte, / saber que duermes ahí cerca / o solo despiertas sonriente / en un rincón de la memoria. / Otra vez tomar el café solo / y la lectura de prensa en la mañana / ausente de todo comentario. / Otra vez el silencio inevitable / cuando pregunto dónde están las llaves, / quién llamó por teléfono, / o si es verdad que el presente / es para siempre un paisaje / que no tiene respuesta.”
Este poema, sin nombrarse como título del libro, le da título al libro. El poema es “Otro día”. Es decir el poemario, aparentemente, es lo obvio, pero no lo es. Cada verso es descubrimiento. Cada poema es nuestra formación cultural puesta a prueba con los matices indelebles de sus sentimientos.
Yesid asume la muerte no con la pasión del desdichado sino con la serena actitud del elegido para trascender con el lenguaje el dolor punzante que dejan los seres idos. Y es a partir de la cotidianidad desde donde el poeta ausculta el mundo y su mundo, dicta los parámetros de su dolor y de su amor perdido y anuncia su resurrección.
Por eso “Un silencio de amor / crea otra forma de paz en el ambiente.” Y más adelante: “Celebro la belleza de todo lo viviente. / Mañana puede ser otra distancia / la que apacigüe el dolor de lo intangible.”
Me congratula saber que Yesid ha equilibrado su espíritu con este hermoso poemario. Y lo celebro.
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