1) “Entre el agua como empresa para el bien común y el oro como negocio de particulares, la opción socialmente competente y solidaria para el Tolima es el agua”.
2) “A nivel nacional, las autoridades gubernamentales mineras y ambientales no han logrado mostrar capacidad de trabajo en equipo y, para resolver sus diferencias, han instaurado el mediocre estilo de un pulso permanente entre los ministros que terminan, al final, por no dar ningún direccionamiento político integral, coherente y responsable. Esto expone a esta comunidad regional a un debate con insospechados riesgos para su cohesión social.
3) “La actividad minera puede ser generadora de riquezas y oportunidades de empleo y desarrollo regional sí, y solo sí, no deja duda alguna sobre las posibilidades de ser llevada a cabo dentro de los más estrictos estándares de sostenibilidad ambiental. Si al respecto hay dudas, el bien común impone la necesidad de evitar una aventura que traerá, seguramente, depredación, degradación social, miseria, lógicas de enclave y buen negocio para unos pocos”
A la fecha poco ha cambiado el tono del debate que se surte en la comunidad tolimense y es igual el comportamiento de las autoridades nacionales al respecto.
En los pocos cambios, ciertamente la comunidad tolimense, sus gremios, su academia, sus medios de comunicación, se han apropiado de los temas económicos, productivos, sociales, territoriales y ambientales en juego con relación a la futura y potencial explotación del oro en Cajamarca. Hoy, está dividida, casi fracturada en relación con el tema y los ánimos se caldean.
Antes el debate que motivaba a los tolimenses era la visión de Tolima 2019 que propuso el turismo, la agroindustria, los centros logísticos y la cultura como prioridades para adentrarse en los temas del desarrollo. Hoy todo el debate se reduce a si se explota el oro y se sacrifica el agua, o si protegemos el agua y sacrificamos el oro. No se avizoran por ahora soluciones sociales, ambientales y económicas realmente competentes.
El gobierno del Presidente Santos ha usado la metáfora de las locomotoras en el plan de desarrollo. Hoy El Tolima es una estación de tren donde aguardan pasajeros, unos más y otros menos informados, otros foráneos, que por fuerza de las circunstancias y decisiones que otros han tomado, empiezan a ver como las locomotoras mineras y agropecuarias están colisionando porque el Gobierno nacional o no ha querido, o no ha sabido encarrilarlas por los rieles de la sostenibilidad ambiental, la visión integral del desarrollo rural y de la convivencia pacífica.
En mora están los ministros de Minas, de Ambiente, de Agricultura y Desarrollo Rural, del Interior, de exponer ante la comunidad tolimense a qué le apuesta el Gobierno nacional en tan delicado asunto.
¿La casaca del Deportes Tolima, vinotinto y oro, llegará a ser pronto vinotinto, verde y oro?
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