Soy de los que creo que la democracia colombiana, al calificarla de 1 a 5, no se raja. También sé que nuestra democracia aún tiene un tramo significativo y retador por recorrer para poder calificarla como una democracia segura, productiva, justa, incluyente, sostenible, soberana e institucional.
Es inevitable, por estas calendas no referirse al proceso electoral colombiano, cuando el próximo 27 de mayo, estamos convocados a elegir la fórmula presidencial y vicepresidencial que será la cabeza visible del poder ejecutivo de nuestro país.
Todas estas fórmulas, excepto una, la de Vargas Lleras y Pinzón, son fórmulas mixtas (hombre – mujer), lo que ya de por si da cuenta del avance profundo de nuestra cultura democrática que en un reciente pasado, aún estaba circunscrita a visiones patriarcales y machistas de los asuntos públicos.
En el menú de opciones presidenciales y vicepresidenciales hay todo tipo de perfiles. El tarjetón de candidatos y candidatas para estos cargos en Colombia por su variedad y pluralismo contrasta, enhorabuena, con el tarjetón del vecino y querido país de Venezuela sometido como está a una grosera dictadura, populista, improductiva, insostenible y maltratante con su pueblo.
Tenemos una propuesta que en defensa a ultranza del acuerdo de La Habana-Colón entre Gobierno y Farc, no acepta ningún tipo de modificación del mismo porque, de hacerlo, según su vocero, estaríamos condenados a la guerra.
Existe aquella que desde un populismo de izquierda apela al tempestuoso recurso del odio de clases al mismo tiempo que se autocalifica de ser expresión de la política del amor y la vida.
Está aquella que reproduce una fórmula de derecha, centralista con experticia en asuntos de clientelismo, la cual ya anunció, como gran gesto, que ¨se acabó la robadera¨.
Está aquella que quiere asimilar a Colombia con un aula de clase y en no pocas ocasiones califican a los que están por fuera de su fórmula, ora como corruptos, ora como títeres.
Está aquella que remite al lema del escudo nacional ¨Libertad y Orden, para la cual, la construcción de paz no es un pretexto para dividir a los colombianos entre buenos y malos, entre amigos y enemigos; donde la construcción de paz, la gestión de una ruralidad socialmente competente, la consolidación de una cultura de legalidad y de emprendimiento, son propósitos en los que deben ser incluidos todos los ciudadanos, el pequeño, mediano y gran empresario, los jóvenes, las personas maduras y los adultos mayores; una propuesta que reconoce espacios para la diversidad, que combina juventud y experiencia, austeridad en el gasto público y concertación con las regiones.
¿Cuál es cuál? ¿Cuál es la que es? Piénselo y vote.
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