Inteligencia emocional y política

Alfredo Sarmiento Narváez

Volveré a votar el 17 de junio próximo por Iván Duque Márquez a la Presidencia de la República. Entre sus muchos talentos y virtudes, me convoca su inteligencia emocional.

Colombia necesita liderazgos políticos, sociales, empresariales, artísticos, deportivos y espirituales con alta dosis de inteligencia emocional.

Una cultura de personas y organizaciones socialmente competentes, amén de contribuir a generar riqueza económica, promover el capital social, garantizar la sostenibilidad ambiental y consolidar la democracia a todo nivel, se esmera de manera consciente en el cultivo de la inteligencia emocional, esa inteligencia que reconoce que la propia dignificación pasa por la dignificación del otro y de los otros.

Colombia tiene muchas heridas sociales y políticas abiertas. Sergio Fajardo en su discurso al finalizar la jornada electoral del pasado domingo, de manera atinada, generosa, con alta dosis de inteligencia emocional y sincero respeto por la institucionalidad electoral colombiana, insistió en que todos estamos llamados a cuidar a nuestro país. Cada persona, independientemente de su nivel de poder (nadie es del todo omnipotente y nadie está del todo enajenado de poder), está llamada a convertirse en sujeto activo de la ética y estética del cuidado que demanda nuestra nación a fin de superar de manera creativa los círculos viciosos de la violencia, de la corrupción, de la pobreza y de la injusticia.

Ver victimarios en todas partes y tender a victimizarse siempre, en un contexto como el colombiano, no es rasgo de inteligencia emocional. Nadie tiene en Colombia ¨el monopolio del sufrimiento¨ (recomiendo la película El Insulto actualmente en cartelera) y nadie tiene porqué arrogarse en exclusiva la voz última de las víctimas de la pobreza, de la corrupción, de la violencia y de la injusticia en Colombia; la dimensión y la complejidad de todos esos problemas son de tal magnitud, que se requiere el concurso de todos aquellos que vivimos en este espacio y tiempo que es Colombia hoy.

Así como cada uno ha tenido una dosis de sufrimiento, una dosis de responsabilidad en los que hemos sufrido por causa de la violencia, la corrupción, la injusticia y la pobreza, y a cada uno le ha tocado, por acción o por omisión, ser parte de esa confusión que solemos sentir como colombianos, así mismo y en doble o triple proporción, cada uno de nosotros tiene el derecho de solidarizarse y participar activamente en la búsqueda conjunta de mejores formas de convivencia, de probidad, de equidad y de prosperidad.

Por su inteligencia emocional, que lo hace líder y no mesías, mi voto va de nuevo por Iván Duque Márquez; es un gesto comunicativo para trabajar juntos por más y mejor democracia para Colombia.

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