Ya es costumbre en el contexto sociopolítico nacional que la indignación asociada a fenómenos como la inseguridad, la pobreza, la corrupción, el desplazamiento victimizante, y la inoperancia de la justicia, se conviertan en caballitos de batalla para que voces populistas y mesiánicas, quieran fungir como redentores y caudillos iluminados para dar soluciones mágicas a estos flagelos que hieren la dignidad de todos los colombianos. Los que no apostamos ni endosamos nuestro criterio político a estas aventuras populistas, debemos mantenernos en estado permanente de pedagogía para evitar que Colombia sea presa de estas aventuras que tienen confusos comienzos y fatales desenlaces en detrimento de la democracia y sus instituciones.
Convertir el tema Venezuela en otro caballito de batalla para hacer protagonismos y tramitar agendas políticas e ideológicas locales, sería la tapa de estas efervescencias populistas, configurarían una gran irresponsabilidad, un despropósito. Hagamos un Pacto por Colombia: todos los colombianos cerremos filas alrededor de nuestro Jefe de Estado, el Presidente de la República, para que en él, virtud de sus facultades constitucionales, con su voz y sus palabras, sea el referente único que nos permita tramitar de manera inteligente y solvente, las potenciales amenazas que se derivan de la deplorable dictadura que hoy padece hermano país de Venezuela. Que cada uno de los colombianos, político, periodista, orientador de opinión, diplomático, animador de reflexiones en redes sociales, líder social, educador, padre de familia, sacerdote y líder espiritual, que aplique para sí mismo una autorregulación para evitar que las propias declaraciones enardezcan los ánimos y/o terminen en denuncias facilistas que poco aportan a la solución real del problema.
El Presidente de la República, la cancillería y el alto gobierno, tienen la información clave y el criterio suficiente para encontrar las dosis necesarias de medidas diplomáticas y aquellas de defensa que sean menester adoptar ante una amenaza a la seguridad nacional, así como para dar tratamiento de la crisis humanitaria asociada a la migración de hermanos venezolanos a Colombia.
Un Homenaje Póstumo Para consolidar una democracia segura, productiva, justa, incluyente, sostenible, soberana e institucional, se hacen necesarios más empresarios socialmente competentes que permitan superar más temprano que tarde una cultura de meros negociantes cazadores legales o ilegales de rentas privadas, públicas y sociales.
No tuve el honor de conocer en vida a Jaime Zorroza y Landia, pero los muchos testimonios que dan sus amigos me hacen pensar que perdimos de verás a un gran señor y empresario del agro socialmente competente, innovador, generador de riqueza económica real, filántropo, promotor de la educación superior en el Tolima, del cooperativismo, de la vivienda social, de la atención a la tercera edad. Leonidas López me lo definió como hombre de pocas palabras y muchas obras lo que lo consagra como un buen católico, digno de emular. Que su ejemplo inspirador cunda entre los tolimenses.
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