Diálogo social, ajuste salarial 2019

Alfredo Sarmiento Narváez

La mesa de concertación laboral es un espacio para materializar el insistente llamado del gobierno del presidente Duque de adelantar diálogos sociales anticipatorios, preventivos, propositivos, creativos, que minimicen la necesidad de apelar a la protesta social.

Por estos días, en ese espacio de diálogo social, una de las centrales obreras propone un aumento salarial de 12 por ciento, otra sugiere el 10 por ciento; por su parte, sectores gremiales, manteniendo una tendencia histórica y ¨ortodoxa¨, proponen un ajuste equivalente a inflación más uno o dos puntos de productividad, lo que significa un ajuste salarial que no supere el 5,5 por ciento.

El salario mínimo en Colombia en dólares (us $262) es cercano a una tercera parte del que hay en Panamá (us $721); es casi la mitad del que hay en Costa Rica (us $512); está rezagado ante Ecuador (us $386), Brasil (us $295) entre otros países; solo supera en el contexto latinoamericano los de Venezuela, Nicaragua, Cuba y México, bastaría mirar que está pasando política y socialmente en esos países, a ver si no nos pellizcamos.

Si un par de jóvenes en Colombia, ganando cada uno de ellos el salario mínimo, deciden formar un hogar, sus ingresos alcanzarían a lo sumo para cubrir los costos de la canasta familiar que hoy asciende a millón trescientos mil pesos mensuales.

La misma pareja, con iguales circunstancias en Costa Rica, puede comprar doce (12) canastas familiares mensuales, si compran una, les queda el equivalente a once (11) canastas familiares mensuales para ahorrar y construir un patrimonio familiar muy rápido que en el tiempo, esto es: oportunidades. Si fueran una pareja de panameños, de nuevo en las mismas circunstancias, mensualmente ahorrarían tres y media (3,5) canastas familiares.

Sí hoy, y a futuro de manera sostenida, la comisión nacional de concertación salarial de Colombia, actúa con criterio de solidaridad generacional en función de la juventud colombiana, no escatimaría esfuerzos para que el aumento salarial fuera significativamente superior al que impone la ortodoxia económica y la tendencia histórica.

Una decisión de esta naturaleza, con un aumento cercano al 10 por ciento por ejemplo, beneficiaría la economía en su conjunto por ser una economía que depende altamente del consumo de los hogares, redundado por lo demás, en beneficios para otros sectores poblacionales.

Pensar que una decisión de estas por si misma engendra una ola inflacionaria, amén de mostrar desconfianza en el aparato productivo para responder a una nueva demanda, sería insinuarle a nuestros jóvenes que mejor empaquen y migren a otras latitudes latinoamericanas como Panamá, Costa Rica o Chile, porque allá si pueden amar, ahorrar, emprender y ser felices.

De seguir por la senda que estamos caminando, nuestros guarismos económicos serán el bocado de cardenal para aquellos que quieren justificar aventuras populistas, con ese tufo antidemocrático, que ya padecen otros países del vecindario.

Ejerciendo su derecho a solidarizarse, actuando con responsabilidad social y vocación realmente productiva y dialogante, empresarios y sindicatos, de la mano con el gobierno en esta negociación, pueden transformar la inercia histórica de la mesa de concertación salarial superando un paradigma que devino quietista y empezar a contribuir en la materialización de anuncios programáticos del actual gobierno en lo atinente a diálogo social y mejoramiento de salarios.

El pacto por Colombia y por la equidad, es con todos y en beneficio de todos.

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