Por eso resulta interesante lo que viene haciendo la Fundación Musical de Colombia, con la realización del Festival Nacional, que durante esta semana se ha tomado las plazoletas, los parques, los escenarios y los teatros, para hacer trinar las guitarras, vibrar los tiples y engolar las voces que nos hablan del paisaje, el enamoramiento, las traiciones y todos aquellos temas que nos hacen reencontrarnos con las raíces musicales que han apuntalado nuestra existencia.
Varios son los eventos que hacen parte de la programación. El primero de ellos, con una historia de dieciocho años, es el “Concurso Nacional de Duetos”, un evento que concita a músicos de distintas regiones del país, hermanados por ritmos como los bambucos, pasillos, vals y danzas que, interpretados por las manos versátiles y por las voces flexibles, logran verdaderos conciertos para los oídos de los ibaguereños que disfrutamos siempre de este tipo de composiciones.
Este concurso ya cuenta con un reconocimiento de carácter nacional y algunos de los grupos finalistas también han sido ganadores en otros concursos.
El segundo evento es el concurso nacional de composición “Leonor Buenaventura de Valencia” va por la Octava versión y es una forma de estimular a quienes incursionan en la escritura de textos musicales, ya que generalmente ellas apuntan a presentar nuevas propuestas estéticas que aumenten el repertorio de las canciones colombianas de la región Andina.
De otro lado cada año se selecciona un compositor de amplio reconocimiento en el ámbito nacional para hacerle un homenaje público por sus realizaciones. Este vez se han sido dos: John Jairo Torres de la Pava, cantautor antioqueño de amplia trayectoria en el mundo de los concursos musicales, al igual que Leonardo Laverde Pulido de origen bogotano que ha sido ganador de la canción inédita en varias ocasiones y ha tenido figuraciones en el Concurso “Príncipe de la canción”, con obras que desafían las letras tradicionales e incursionan con textos innovadores.
Tras estas realizaciones existe un grupo de voluntarios que trabajan incansablemente en la logística del evento, pero también una Junta Directiva y dos personajes insignia que le dan carácter y seriedad a todo aquello que se programe.
La señora Doris Morera de Castro y el maestro César Augusto Zambrano. La primera responde por la organización en general y el maestro Zambrano es el encargado de la dirección musical, para que todo el evento sea un ejemplo digno de seguir.
Siempre que exista siquiera una mínima posibilidad para transitar los caminos de la paz, debemos pensar en la música, como mecanismo eficaz para aglutinar voluntades.
La tradición es necesario alimentarla, también renovarla, porque de lo contrario se va diluyendo en los imaginarios de la gente hasta desaparecer completamente.
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