Sus edades no oscilan entre 30 y 45 años, tampoco son los analfabetas artesanos, labradores y pastores del pasado, ni los clérigos mendicantes y los mercaderes quebrados, no son los soldados profesionales que venían a dominar a sangre y puñal a los nativos.
Los conquistadores de hoy son jóvenes normales que buscan en Brasil, Chile, Perú, Argentina y Colombia, perspectivas de empleo seguro, salarios y condiciones de vida aceptables.
Traen títulos profesionales de sobra, poca experiencia y una frustración galopante. Su propia patria no puede ubicarlos en el trabajo y tienen que marcharse en un éxodo doloroso, como les tocó en el pasado siglo, con motivo de la guerra civil.
España está en crisis desde 2008. Se adoptó una actitud de nuevo rico, infló una burbuja inmobiliaria y cayó al abismo. En estos días los bancos españoles hacen esfuerzos por lograr la recuperación de la economía, pero esta se ve en caída libre y la Unión Europea le tiende una mano, pero con una ayuda condicionada.
Los datos son contundentes: en España existe una para cercana al 16 por ciento, de los cuales los jóvenes entre 17 y 35 años representan el 44 por ciento.
A finales del año se calcula que serán cerca de seis millones de personas que estarán fuera de la productividad, muchos de ellos con posgrados y maestrías, en los que la sociedad ha invertido ingentes sumas de dinero, para que deambulen por las dependencias y las fábricas dejando hojas de vidas que no surten ningún efecto.
Después de los árabes, fueron los españoles quienes asumieron las banderas de los “indignados” y se tomaron pacíficamente las plazas y parques de las principales ciudades con consignas como: “No somos marionetas en manos de políticos y banqueros”.
Este movimiento también llamado M-15 (15 de mayo) se mantiene con independencia de los partidos políticos y con formas organizativas novedosas que propugnan por una democracia real.
Pero otros españoles optaron por emigrar y lo han hecho principalmente a Latinoamérica y Francia.
Se calcula que cerca de millón setecientos jóvenes han salido los dos últimos años del país y han buscado refugio en territorios que ofrecen algunas perspectivas de empleo, por ejemplo Brasil que vive su auge económico y de desarrollo con miras a las justas deportivas que se avecinan.
Otros viajan a Perú, Argentina y Chile, inclusive a Colombia, donde encuentran empleos y condiciones dignas.
Esta vez los nuevos conquistadores no pretenden arrasar y destruir nuestra cultura y apropiarse de nuestros recursos, sino simplemente trabajar. Ironías de la historia.
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