Como respuesta a las movilizaciones sociales que se iniciaron el 21 de noviembre, el presidente Iván Duque planteó el inicio de una ‘Conversación Nacional’ - hasta el 15 de marzo-, idea que en principio se debe saludar, por cuanto todo espacio de interlocución es mejor que el de la confrontación o enfrentamiento.
Igualmente, el Procurador General de la Nación propuso utilizar la experiencia y metodología del Diálogo Social que han adelantado con algunos sectores. Sin embargo, si bien conversar es un ejercicio democrático que se debe resaltar, no necesariamente esta propuesta del Gobierno responde a las expectativas de los diversos sectores sociales que se movilizaron, inicialmente frente a la convocatoria del Comité de Paro y luego por diversas dinámicas, algunas más autónomas.
Los sectores que están protestando están interesados en que los inviten no prioritariamente a hablar de las políticas del Gobierno; ellos quieren hablar y lograr acuerdos acerca de los temas que en su pliego de peticiones están planteando. El tema para ellos no es legitimar las políticas del Gobierno, es que no encuentran que allí haya respuesta a sus demandas. Ahora bien, es probable que si se precisan los aspectos metodológicos de lo que el Gobierno llama ‘Conversación Nacional’ y que puede resumirse en la frase del Presidente “escuchar para construir”, se pueda avanzar en definir un escenario, en el cual las diferencias entre el Gobierno y los protestantes se puedan comenzar a analizar y tramitar.
Para que un ejercicio de Conversación o de Diálogo sea útil para resolver conflictos o diferencias, se requiere que estén definidos aspectos como: ¿cuál es el objetivo del ejercicio?, ¿quiénes van a participar? -los actores prioritarios, no los únicos, deben ser los sujetos de la protesta a través de sus liderazgos-, ¿acerca de qué temas? –el Gobierno definió seis grandes temas, pero solo parcialmente incluye las demandas del Paro-, ¿quiénes van a actuar como moderadores o relatores del ejercicio y cuál es el alcance de su tarea? –para esta tarea se han conocido los nombres de respetables académicos y eso es garantía de seriedad-, ¿a través de qué mecanismos se garantiza que los acuerdos efectivamente se traducirán en decisiones?, ¿cuál es la temporalidad del ejercicio? -interrogante hasta el momento parcialmente resuelto-; ¿cuál es el punto de llegada? -construir acuerdos que se transformen en qué tipo de decisiones de Gobierno o de iniciativas legislativas?-, ¿cuáles son los escenarios donde esa Conversación o Diálogo se va a desarrollar?, esos interrogantes, junto con otros, conforman lo que podríamos denominar el enfoque metodológico y es la garantía del éxito del ejercicio, de lo contrario la Conversación será solo un intercambio de opiniones y puntos de vista, que claro pueden ser útiles, pero que no es lo que los convocantes de las protestas están esperando. Ahora bien, si ya existe esa metodología es fundamental que se dé a conocer para que sea de dominio público.
Si se logran aclarar los diferentes entendimientos sobre el ejercicio creo que tendríamos una oportunidad de avanzar en construir grandes consensos nacionales; si por el contrario se avanza sin precisar los puntos controversiales, seguramente el movimiento de paro entrará en receso en el período de fin de año y veremos retomarlo en los primeros meses del próximo año. Ojalá este último escenario no sea el que se dé.
Por supuesto, me interesa, como a la mayoría de los colombianos, que se logren construir acuerdos y superar esta situación de confrontación y protestas y por consiguiente lo que se haga en esa dirección debe ser saludado positivamente.
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