« °°° Encontrándose Jesús en Jerusalén, algunos le ponderaron lo hermosas que eran las piedras del templo y las ofrendas votivas que lo adornaban. Él entonces les dijo: «Llegará el día en que todo eso que ven será destruido: no quedará piedra sobre piedra.»
Entonces le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo será eso? ¿Y cuál será la señal para saber que ya va a suceder?» y él dijo: « ¡Cuidado con dejarse engañar! °°° (Lucas 21, 5-19). Cuando los tiempos se ponen difíciles, es apremiante dar respuesta con la fe, el testimonio y la perseverancia.
La fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve. La fe es la garantía de los bienes que esperamos, nos permite descubrir las maravillas que Dios ha preparado para cada uno de nosotros. Así lo recomienda el libro sagrado. (cf. Hebreos 11, 1-40).
Felices serán aquellas personas que saben vivir inteligentemente su fe: en todo espacio, en todo lugar, en todo momento. Felices aquellos que no reducen su fe a un espacio físico, que no la arriesgan en ningún escenario, que no la someten al peligro; porque creen en Cristo Jesús el nuevo templo de la esperanza.
La fe es mucho más extensa en la comprensión de la vida, del tiempo, el fin, la hora, el momento, un templo, etc. Hay que aprender a vivir de acuerdo al orden que Dios le ha dado a la creación: cada cosa tiene su lugar, cada experiencia tiene su instante, todo tiene su valor, todo tiene su principio y su fin. La esperanza, como virtud, enseña a vivir la fe en medio de las responsabilidades cotidianas, a estar preparados para cuando vuelva el Señor: a tener ceñida la cintura, la lámpara encendida. (cf. Lucas 12, 35-40).
A responder por nuestra historia, a trabajar por el sustento diario, a corregir debilidades y amenazas para conservar un buen espíritu. No se dejen engañar, dice el Maestro de la esperanza. (cf. Lucas 21,8). Porque vendrán muchos usurpando su nombre.
El discurso apocalíptico del Nazareno, apunta al discernimiento personal, para comprender dónde está el espíritu del Señor y el espíritu del maligno.
Así lo explicó el Papa Francisco en su Ángelus Regina Coeli: ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son una llamada a la esperanza y a la paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido profundo de la vida y de la historia!
Cuida tu salud: Cuando se viven tiempos difíciles es fácil ser engañado.
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