El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Paseando junto al mar de Galilea vio a dos hermanos, a Simón, llamado Pedro, y a Andrés, que estaban echando la red en el mar, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
°°° Mateo 4, 12-23. La conversión personal es un paso fundamental para comprender el Reino de Dios. Para encontrar la felicidad, para hallar la libertad, para cumplir fielmente la misión que se nos ha encomendado.
El Hijo de Dios inicia su ministerio cumpliendo fielmente con la misión que le encomendó su Padre celestial: Primero, anuncia el Reino de su Padre.Segundo, visita los pueblos proclamando este anuncio. Tercero, llama a los cuatro primero discípulos para que precisamente entiendan la razón de su llamado y ellos mismos proclamen su Palabra y su obra, que es el Reino de Dios.
La condición necesaria para lograr el éxito en la vida cristiana y en la misión, se llama Conversión. Cada persona escucha la Palabra, entiende la Palabra y vive de acuerdo a lo que le indique la Palabra de su Maestro.
Se puede concluir que la misión en código de conversión es: decir, hacer, lo que dijo, e hizo Jesús de Nazareth. (cf. Mateo 28, 16-20).
“Conviértanse porque el Reino de Dios está cerca”. (Mateo 4,17). Crean en la Buena Nueva. (Marcos 1,15). La conversión es una gran decisión en la vida; es amor a la misma existencia, es garantía y plenitud de la eternidad.No hay vida completa en este mundo mientras el corazón no esté convertido al valor de la Palabra.
San Pablo tuvo una fuerte experiencia de conversión, logró el encuentro perfecto con Dios, lo dejó todo y se entregó a la misión: “Lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo.” (Filipenses 3, 7-8).
Conversión es cambio de conducta y de corazón. (cf. Isaías 1, 10-19). Es comenzar a vivir según la Fe. Es cambiar el pensamiento al sentir de Dios. Es buscar la voluntad de Dios: Lo bueno, lo agradable, lo perfecto. (cf. Romanos 12,2). El Papa Francisco propone como buen método de conversión, un NO a la mundanidad espiritual. Es la que se esconde detrás de las apariencias de religiosidad, e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. No a la guerra entre nosotros, no a la acedia egoísta, no al pesimismo estéril.
Cuida tu salud: El gran enemigo de la conversión es el pecado.
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