La consigna es que la luz disipe las tinieblas

Jairo Yate Ramírez

«El Maestro dijo a sus discípulos: Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se desvirtúa, ¿con qué la salarán? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y ser pisoteada por los hombres. «Ustedes son la luz del mundo. °°° (Mateo 5, 13-16).

Dos momentos se pueden presentar en la vida de un cristiano. El primero, aquella persona que conoce el Evangelio de Cristo, su Reino, su nueva ley; y se queda viviendo como un pagano. 

El segundo, la persona quien logra entender que su vida cristiana está para brillar y ser buen ejemplo para el mundo. Para que todos se identifiquen por lo que es y el bien que hace.  

El cristianismo predicado por el Nazareno, apunta a lograr el objetivo fundamental: unir lo que pensamos con lo que hacemos. Lo que decimos, con lo que practicamos. Lo que creemos, con la misericordia que practicamos con los demás. 

El profeta Isaías lo entendió y lo predicó así en su tiempo. “Si partes tu pan con el hambriento, si ofreces tu techo al desamparado, si le das ropa al desnudo; si renuncias al ademán despectivo y a la palabra maliciosa; °°° brillará tu luz como el amanecer. “ °°° (Isaías 58, 7-10).  

No se le puede exigir a Dios lo que yo no he puesto de mi parte. No se puede esperar lo mejor, cuando mi escala de valores espirituales no ubica a Dios en primer lugar. El discípulo obedece a su Maestro: “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo”. (Mateo 5, 13). Así lo explica el hermeneuta bíblico: La sal no existe para sí, sino para dar sabor a la comida. La luz no existe para sí, sino para iluminar el camino. La comunidad no existe para sí, sino para servir a los demás. El discípulo sigue a su Maestro: Por lo tanto no anda en tinieblas. (cf. Juan 8,12). 

Se adapta a las exigencias del Maestro. Toma su cruz y lo sigue. (cf. Mateo 10,38).  Las reglas del Maestro le dan seguridad al discípulo. Las cosas cuando son de Dios, no se pueden ocultar. (cf. Mateo 5, 14).  

Quedó escrito en el libro sagrado: “Juan el bautista no era la luz, sino el testigo de la luz”. (Juan 1, 6-8).  Brilló como una gran luz y le dio paso al Cordero de Dios. (cf. Juan 1,29). 

El objetivo es que la luz disipe las tinieblas, esa es la gran consigna de Dios para sus creyentes. Nuestra responsabilidad es ser irreprochables y sin malicia. Brillando en el mundo y manteniendo la Palabra de Dios que es vida. (cf. Filipenses 2, 15-16).

Cuida tu salud: Quien se dedica a ser luz del mundo, no se deja atrapar de las tinieblas.  

Yate Ramírez Jairo

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