¿Ha muerto el compromiso? Análisis de una experta

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En tiempos de ligerezas, caprichos, usos, mercados, consumidores,  productores ambulantes, etc., etc., etc., pareciera que abundan los sujetos adeptos al imperativo "sin ataduras" que traduce para muchos un "sin compromiso"...
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Dice Jorge De Los Santos «pero nada hay de novedoso en lo nuevo cuando no tenemos tiempo, no tendremos tiempo, de decir un "te amo"...» esta frase no determina un algo definitorio sino algo sostenido. Al orden neocapitalista le interesan esas personas "sin ataduras" siempre dispuestas al consumo... al beneficio de... Así, en estos terrenos,  el deseo erótico (el amor sexuado) no tiene buena pinta. Porque amar, escribe Valérie Tasso "no es (...) un triste egoísmo pseudohedonista".

Desde la sexología nos interesa la re-creación de lo humano, un hacer comprensivo todo esto de los sentimientos, la emociones y las sensaciones para cultivar los afectos, nuestros deseos, aprendiendo a estar de la mejor manera juntos, sin abonar la onda narcisista e individualista sino el terreno de lo colectivo.

 

¡El compromiso!

En el libro "vínculo del placer" de 1974 escrito por Master y Johnson, hay una potente cita que nos orienta y nos invita, luego de 50 años, a seguir por la senda de la construcción del nuevo Ars Amandi que apoye el estar juntos éticamente: "Cuando la asociación sirve a fines emocionales, el significado del compromiso cambia. Todavía se le puede definir como una promesa de hacer algo, pero la promesa asume una dirección radicalmente diferente. «Prometo -le dice una persona a otra- porque tú me importas». El hecho de que alguien nos importe (quererle de manera distinta)... se define como un prestar atención, un mostrarse solicito, preocupado, protector".

 

 "Desear un compromiso"

En su etimología la palabra compromiso viene del latín compromissus:  "obligados a estar juntos". Tal vez por esto  y cuando se habla de "hacer un compromiso", "desear un compromiso", muchas personas lo vinculan como una obligación, un deber, un mandato, una ley, o algo operativo asociado a la vida tradicional de los amantes, o parejas. Pero, por lo general no es a eso a lo que nos referimos cuando de generar un nuevo arte de amar con compromiso entre los amantes (sea del tipo que sea, la forma y vínculo que sostengan), se trata. El compromiso, como lo manifiesta Bruno Martínez, mediado por el deseo erótico (el anhelo de estar juntos) no es un deber, o ajustarse a una ley no escrita. Es un compromiso generado por la apetencia de estar lo mejor posible con el sujeto deseado. «Ya que disfrutamos al estar juntos, cuanto más disfrutemos tanto más razones tenemos para permanecer juntos»; descubren así M&J el círculo del compromiso.

 

"El deseo de ser apreciados como un otro concreto"

El compromiso podría ser entonces generar un interés, una importancia a cada quien en su momento. El Otro es siempre la encarnación más viva de la esperanza. El Otro no es desesperación ni fracaso, no es algo útil, ni un objeto. El Otro concreto, especial, relevante, etc, es quien nos dota de sentido. La vida solo tiene sentido con un Otro. El deseo de ser apreciados por un otro concreto y serlo para ese Otro, hace que los vínculos no sean un desastre sino tiempo para las cosechas; el compromiso nace de ver al Otro. El compromiso no es un deber o un martirio, es un compromiso. Como explica Bruno:  «Es una forma de solidaridad espontánea que nace de la intención no solo de no dañar al otro deseado, sino de hacernos bien el uno al otro, es darse cuenta de que el bien del uno es el bien del otro».

 

*Norma Bejarano Reyes

 

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