Hoy como nunca, ante la inmensa cantidad de conocimiento que se produce cada día, cada segundo, debemos estar preparados para reconocer nuestra ignorancia.

Todos somos ignorantes en temas distintos y nadie puede ser tan arrogante para pensar que “se las sabe todas” sobre todo, incluso, ni siquiera podemos pretender que se conoce todo sobre algo.

Entonces, ¿Por qué le cuesta dificultad aceptar que las cosas se pueden hacer de manera diferente a la suya?
¿Por qué se molesta cuando opinan diferente a usted? ¿Por qué le incomoda que le hagan una observación sobre su trabajo? ¿Por qué subestima el valor de la opinión de otros?

Es preciso reflexionar sobre ciertos comportamientos y actitudes soberbias que impiden ver y apropiarse de más conocimiento.

A la mente le ocurre lo que a los paracaídas, hay que abrirlos para que funcionen. Abra su mente.

* Sea humilde para aceptar que no sabe y no se incomode al reconocerlo. No le dé temor preguntar a quienes se les reconoce tener más información sobre el asunto, el hacerlo no debe afectar la autoestima, por el contrario puede aclarar y fortalecer su saber.

* Evite la arrogancia ante los que no saben. Si usted tiene la posibilidad de que otros aprendan, comparta. Recuerde que lo importante no es lo que usted sabe, sino lo que hace con ese conocimiento. Toda persona por humilde que sea puede enseñarle algo.  

* Escuche activa y positivamente a los demás. Es posible que otros, por no estar condicionados con algunos conceptos ven las cosas de otra manera.

* No descalifique los conocimientos de los demás. Por absurda que le parezca la idea, algo aporta. Recuerde que casi todos los grandes inventos son el resultado de una idea que en principio parecía loca.
 
Si usted cierra su mente, cierra a la vez la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos. Su actitud y comportamiento ante otros será más positiva si escucha con atención, valora a los demás, estudia, lee y está atento a lo que ocurre en el mundo.