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Aun cuando se parezcan, cada persona es única y diferente. Cada una piensa y siente distinto sobre las mismas cosas. Inclusive, los hermanos aunque hayan crecido en un mismo ambiente y asistido a igual colegio pueden opinar sobre algo de manera completamente opuesta. Esto es a veces difícil de entender y con frecuencia genera disgusto y fricción.
El problema es que partimos de asumir que nuestra opinión es la correcta, siempre queremos ganar e imponer nuestro punto de vista sobre el del otro y no sabemos gestionar los conflictos. Muy fácil se olvida que nadie es dueño de la verdad absoluta.
Aceptar la diferencia de opiniones y entender que ellas no tienen que terminar en conflicto, es un imperativo en toda circunstancia. Hace falta, así mismo, pensar que una controversia no necesariamente tiene que ser algo negativo, ni un conflicto tiene que resolverse con agresividad o con violencia. Es sencillamente una situación en la que se tienen diferencias y que es posible solucionarla sin causar tanta fricción, sin crear una situación tensa entre las partes, o inclusive, sin que conduzca a terminar una relación entre los implicados. Incluso es una oportunidad para ver las cosas de otra manera, explorar nuevos puntos de vista, nuevas miradas al mismo asunto, encontrar soluciones diferentes, ver mejores opciones, o aprender y ganar en experiencia.
En el día a día, ya sea en el ambiente familiar o laboral y por diversidad de motivos se presentan numerosas situaciones que generan discusiones y conflictos. Hoy, dada la difícil situación que vivimos como resultante del confinamiento impuesto por la pandemia que nos afecta, nada más oportuno que aprender a gestionar las controversias y desencuentros y con ello madurar como personas y profesionales. Ahora, más que nunca es imperativo que aprendamos a negociar, llegar a acuerdos y solucionarlos.
La vía para solucionar tales situaciones es la comunicación y solo con una comunicación serena y positiva se puede llegar a acuerdos satisfactorios para las partes. Para ello debemos tener en cuenta que:
- Una discusión no es una batalla y ganarla no es la única manera de terminarla positivamente. Aprenda a ceder.
- No deje que la discusión saque lo peor de su carácter. Evite la agresividad, las palabras vulgares o expresiones ofensivas de las que luego se pueda arrepentir.
- Acepte que es posible que usted no tenga la razón. Tal vez no consideró todos los aspectos pertinentes o no contaba con suficiente información.
- Permita que la otra parte exprese su opinión, no la interrumpa. Es posible que tenga algo valioso que aportar al caso. Recuerde que se aprende más escuchando a los otros que escuchándose a sí mismo.
- La arrogancia no es una buena compañera en los conflictos. El ego o el subestimar al otro impide una sana discusión. No le tema a cambiar de idea.
- Evite estar a la defensiva, si esa es su actitud difícilmente podrán llegar a un acuerdo. Piense que algo positivo puede resultar si gestiona adecuadamente el conflicto y no prejuzga.
- Demuestre su madurez y calidad humana en el trámite de su controversia
- Aporte voluntad para solucionar las dificultades, no sea la persona que se especializa en encontrarle un problema a cada solución.
- Acepte que el beneficio será mayor si la controversia concluye con un gana-gana para las partes.
Asesora y formadora en Habilidades Sociales y Productividad Personal.
Dato:
Tenga presente que en una discusión se conoce mucho sobre usted, controle sus emociones, recuerde que usted es lo que dice y lo que hace, y que las diferencias de opinión y las discusiones también son saludables, siempre y cuando se hagan de manera respetuosa.
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