PUBLICIDAD
La conmemoración de el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas en Ibagué, que comprendió, entre otras cosas, un conversatorio y distintos actos simbólicos, puso de manifiesto las luchas de las familias, los trabajos que adelantan entidades y organizaciones para apoyar las búsquedas y los desafíos que afrontan tales procesos.
De acuerdo con Mónica Carvajal, experta técnica de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, UBPD, el 30 de agosto, además de ser una fecha donde los recuerdos afloran, es una oportunidad para visibilizar las historias de quienes indagan por sus seres queridos y reiterar al Estado su petición de conocer qué ocurrió con sus familiares.
La profesional, quien está a cargo del Plan Regional Valle del Magdalena y Los Nevados, consideró que la desaparición es una cuestión de la cual “no se ha hablado de manera muy fuerte en la región, un tema en el que estamos de alguna manera abriendo un camino”.
Sin embargo, reconoció que organizaciones de víctimas y la sociedad civil vienen ejecutando una enorme labor, por lo que destacó que son pioneros en liderar y poner en la escena pública los casos.
Para el caso del trabajo que adelanta la UPBD en la región, contó que con el cruce de información suministrada por distintas entidades se habla de más de 2.100 desaparecidos.
El panorama, en su concepto, es abrumador e incluso aterrador toda vez que esa cifra puede aumentar teniendo en cuenta el constante arribo de solicitudes de búsqueda y aquellos casos que no han sido puestos en conocimiento de las instituciones.
Así pues, recordó que existe una línea telefónica para contactar a la Unidad y expresar su intención de búsqueda. Luego, reseñó, tiene lugar lo que denominó ‘diálogos iniciales’, que tienen como fin establecer los hechos y conocer el proceso que ha adelantado la familia.
Es decir, se trata del punto de partida para recopilar y analizar información e identificar a qué tipología de desaparición corresponde. Según explicó, hay cuatro unidades: “desaparición forzada, quienes buscan a sus seres queridos que fueron secuestrados, personas que ingresaron a grupos armados y aquellos que perecieron o desaparecieron en el marco de hostilidades”.
Labores y desafíos
Mónica Carvajal, experta técnica de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas. JORGE CUÉLLAR / EL NUEVO DÍA
La experta técnica de la entidad trajo a colación el silencio y el miedo que permanecen en algunos contextos del departamento, en el marco de los retos que salen a flote en la labor de búsqueda.
Precisamente sobre las tareas que desarrollan expuso que a modo de metodologías existen planes regionales de búsqueda, los cuales permiten analizar patrones de desaparición, identificar actores armados, temporalidades, entre otros aspectos.
Así las cosas, mencionó que en el Tolima están los planes de búsqueda Cordillera Central, Valle del Magdalena (comprende desde Natagaima hasta Honda) y Los Nevados (referente a Líbano, Santa Isabel, Murillo)”.
También dio a conocer que se encuentra en construcción, a partir de los aportes de familias, el plan concerniente a la Cordillera Oriental, que involucra poblaciones como Icononzo, Villarrica, Dolores, Alpujarra y Cunday.
Igualmente, Carvajal precisó que dada la historia del conflicto en el departamento, tienen registro de desapariciones desde 1953, lo que supone un ‘terreno’ amplio, pues su radar va hasta 2016.
“Hay personas de 1953 que quizás ya no están con vida, es un reto, sin embargo es importante dignificar la memoria de quienes ya no están o desaparecieron y es relevante hacer esa búsqueda”, acotó.
Por último, destacó que “para nosotros es importante articularnos con todos los actores institucionales, sin los entes territoriales no vamos a poder acceder a cierta información o al territorio, cada uno tiene un rol o información para aportar”.
El primer paso
En medio de un acto simbólico en el cual se prendieron algunas velas, una mujer anunció que iniciaba el proceso de búsqueda de su tío, quien desapareció en 1980 en el sur de la región.
En diálogo con esta redacción, relató que con este proceso pretende ofrecer un descanso a su madre, quien ya falleció junto al dolor de no conocer qué ocurrió con su hermano. “Cuando veo este camino espero encontrar respuestas para ofrecerlas a ella como un homenaje a su pérdida”, dijo.
Y agregó: “Esa desaparición, tengo entendido, ocurrió por los lados de Chaparral, no tengo un punto exacto porque estaba muy pequeña. Toda la vida la escuché llorando su pérdida, es un homenaje a mi madre y un sentimiento de satisfacción si logro dar con alguna respuesta positiva”.
La esperanza no se ‘apaga’
Junto a su esposo, Blanca Molina busca desde hace 20 años a su hijo. Según datos que ha recopilado, el frente 21 de las entonces Farc está involucrado en el hecho, acaecido en San Juan de la China, corregimiento 11 de Ibagué al que dijo, le provoca miedo conocer.
“Tengo documentos donde testigos dicen que eran las 11 a.m., estaba sentado en un andén cuando llegaron tres tipos de civil del frente 21 de las Farc y se lo llevaron”, señaló la mujer quien guarda en su teléfono varias imágenes de él, entre ellas, una de la época en que hizo parte del Ejército.
Molina espera que en una de las exhumaciones que se llevan a cabo logren hallar los restos de su hijo, pues dirigirse al cementerio no es sinónimo de llevar flores, pues en su caso no hay a quién dejarlas.
En ese sentido, es una piedra, expresó, la que sostiene, en sus visitas, su cuerpo, el cual ha ido de un lugar a otro ante cualquier pista. “ Muchas veces de tanto andar no teníamos ni para los viáticos, nos tocaba quedarnos en la calle porque nadie le daba a uno posada”, apostilló.
“Los desaparecidos no tienen fecha de vencimiento”
Dulia Lozano, representante de la organización Reconstruyendo memoria. JORGE CUÉLLAR / EL NUEVO DÍA
“Con tus alas que hoy son las mías buscaré hasta encontrarte”, leía Dulia Lozano, representante de la organización Reconstruyendo memoria, mientras exponía el mural de la memoria, el cual hizo parte del material gráfico de la conmemoración.
En su concepto, la resiliencia y la esperanza la acompañan en su historia. Su esposo desapareció en 2006 en Putumayo por cuenta de grupos al margen de la ley, recordó. Por razones de seguridad arribó a Ibagué, pero su búsqueda continúa.
“No solo soy yo, hay muchas personas que necesitan saber qué pasó con sus familiares. El llamado es a la Fiscalía, que sean más humanos, los desaparecidos no tienen fecha de vencimiento; a la institucionalidad, que se capacite más”, indicó Lozano.
Más noticias
Trabajadores del hospital Santa Lucía levantaron el cese de actividades
Es una ingenuidad decir que se va a entregar A. Complementario: Vapi
Comentarios