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Aunque parezca una vida de ensueño, el camino que ha recorrido Alejandra Ramírez para llevar la vida que tiene hoy en día ha estado llena de retos y desafíos. Actualmente, la ibaguereña nacida en 1990 ha estado en 51 países Latinoamérica, Asia, Europa y África, gracias a su empeño y dedicación por alcanzar sus metas.
Su estilo de vida como nómada digital llegó gracias a su paso por la Universidad, al ganarse una beca para doctorado y comenzar el estudio de este tipo de vida. “Los nómadas son un grupo de personas o individuales que están en constante movimiento y sobreviven con lo que tienen. Hoy en día los nómadas digitales somos los viajeros que podemos trabajar en cualquier parte del mundo y solo dependemos de un computador e internet”, explicó.
Alejandra vive en Australia después de todo un calvario para obtener la residencia; dejó la capital del Tolima siendo una niña que quería aprender inglés, se enamoró de aquel país al otro lado del mundo y se empeñó quedarse allí para siempre, sintiendo que al fin había encontrado un lugar donde encajaba perfectamente.
“Siento que es un país con muchas oportunidades, no hay diferencias de clases sociales y me gustó el hecho de que en Australia era Alejandra, y la gente te quiere por lo que eres y no por lo que tienes”, a diferencia de lo que vivió en Colombia.
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¿Cómo tener una casa rodante?
La respuesta es muy sencilla: tener un motivo, trabajar y ahorrar. Aunque ponerlo en práctica ya no es tan simple. Alejandra es la viva imagen de quien se cae, recibe golpes, pero se levanta y sigue hasta lograrlo.
Su lucha por vivir en Australia la llevó a crear su propia empresa, después de que su solicitud para la residencia fuera rechazada. A los 21 años consiguió trabajo como profesora universitaria, dando tres materias con su título en diseño gráfico.
“Yo tenía claro que no quería devolverme a Colombia y quería obtener mi residencia (…) trabajando como profesora empecé a averiguar las formas de quedarme: casarme con un australiano que es super válido, y si hubiera estado enamorada lo hubiera hecho, pero mi novio era brasilero. Encontrar patrocinio de una empresa que en ese momento era muy caro o estudiar una carrera completamente nueva que el Gobierno quisiera, pero no tenía ese dinero”, relató.
Por eso, su solución fue crear ‘Maveric Studios’, empresa de diseño donde dio empleo a tres australianos y se patrocinó a si misma, al tiempo que seguía en la docencia, hasta que tres años después obtuvo su residencia. En ese punto retomó estudios en maestría y publicó su libro “Diario para viajeros con propósito” y le fue tan bien, que le dieron una beca para doctorado.
Ese fue el motivo que le dio a Alejandra el impulso para querer tener su casa rodante, además de la llegada de la pandemia.
¿Cuánto vale una casa rodante?
“Yo tenía muchos planes para ese 2020, entre esos cuatro viajes internacionales, llevaba ahorrando por 4 años para hacer un viaje para mis 30 años de seis meses sabáticos y tenía ahorrados 35 mil dólares, pero la pandemia llegó”, y aunque para la mayoría el Covid-19 ha traído estrés y dolor, para Alejandra fue el empujón que necesitaba y darle vuelta a su vida.
Tomó cada centavo, compró una van desocupada y eligió el tema de su doctorado: investigación de nómadas digitales. “La meta era empezar a viajar local, compré la van y empecé a construirla sola. Tuve ayuda de muchos amigos cuando podían, otras cosas que yo no podía hacer y las contraté. El proceso se demoró tres meses”.
La ibaguereña se gastó los 35mil dólares completos, que en pesos colombianos serían unos 98 millones, con el dólar australiano en 2.800 pesos. “Era todo el dinero que tenía para mi viaje sabático. Me aprobaron el doctorado para estudiarlo en una van. La construcción de la van hizo parte de la investigación y llevo ya un año y medio haciendo el doctorado y trabajando en este tema de nómadas digitales con propósito, viviendo en una van y recorriendo Australia”.
¿Cómo tiene dinero para vivir en la van?
Alejandra asegura que todos los nómadas trabajan con la “economía de pulpo”, es decir, muchos trabajos al mismo tiempo. Si bien dejó todo atrás para emprender el camino de ese estilo de vida, renunció a la docencia, alquiló su casa, terminó con su novio y empezó de cero porque así lo requería la investigación, hoy en día hace muchas cosas más.
“Yo gano dinero por la venta de mi curso de finanzas en inglés, tengo mi libro y lo vendo, trabajo como diseñadora gráfica y tengo mis clientes y trabajo en las redes sociales. En los últimos seis meses hubo un cambio muy lindo y fue que la Universidad me contactó para volver a trabajar como profesora pero online, y doy clases viviendo en una van. Ese proceso demuestra que se puede, que puedo estar donde sea, asegurarme de tener internet y electricidad y ya, de eso vivo”, relató Alejandra.
¿Cómo es el día a día en la casa rodante?
Alejandra asegura que no es una vida para todos. “La gente piensa que es fácil, que somos ricos pero no. Uno es emprendedor, uno es su propio jefe, yo soy mi marca”. Además, cada día es diferente, no existen las rutinas cuando se vive en una van de este tipo.
“Mostaza es el nombre de mi van, tiene todo lo necesario para poder estar donde yo quiera, desde electricidad hasta agua. Tengo ducha, baño portátil, electricidad con paneles solares, y siempre busco sitios donde parquearme y sea legal como parques, calles. Mis días los divido entre día para explorar y para trabajar. Si está lloviendo normalmente es día de trabajo y estudio, si es soleado, de explorar”, narró.
La nómada digital tiene claro que cada día, a las 3 de la tarde, ya debe tener definido donde va a dormir y asegurarse que sea una zona segura. Así mismo, debe realizar la lista de chequeo cada vez que se levanta: tener agua, gasolina y electricidad para cocinar y trabajar. Esto, sumado a hacer mercado, buscar baños, cocinar, etc.
“Todo eso es muy demorado, por eso trato de quedarme dos o tres días en un mismo sitio para poder trabajar y explorar, o si no todo el día se me va en la van. Entonces no hay un “día en la van”, todos los días son diferentes, no hay dos días iguales, no hay rutina, es cero monótono y es una aventura diaria”, advierte y por eso, no es una vida para todos.
Así mismo, no todo es color de rosa. Hay días en que se pincha, no tiene agua, no hay señal, no encuentra baños y no se puede bañar en absoluto, una experiencia que contrasta entre la libertad y la angustia de los imprevistos.
Ventajas de vivir en una casa rodante según Alejandra
- La libertad es lo principal, poder estar en cualquier lugar, cuando quiera y en sus propios términos.
- Ser “dueño de tu propio tiempo”, es decir, poder trabajar cuando se desee, pero siempre cumpliendo el trabajo y las metas.
- Ser tu propio jefe, emprendedores y arduos trabajadores. “Estamos trabajando prácticamente 24 horas”.
Desventajas de vivir en una casa rodante según Alejandra
- Saber diferenciar el tiempo de trabajo y tiempo de ocio, algo que muchas personas no pueden manejar y se quedan solamente en el disfrute, olvidándose del trabajo y las responsabilidades.
- Ser esclavo del internet y la electricidad.
- Tener la motivación para trabajar en sitios mágicos (como playas, lagos, ciudades modernas, etc.)
- No encontrar baños limpios.
“No cambio esto por nada y quiero seguirlo haciendo”, dice con seguridad la nómada ibaguereña, que ya ha recorrido más de 20 mil kilómetros de Australia, llevando al Tolima en el corazón.
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