La infraestructura de una ciudad está conformada por el conjunto de servicios indispensables y necesarios para su desarrollo, al punto que sin ella no puede haber industria viable o empresa alguna que pueda alcanzar la evolución y mejoramiento deseado por sus directivos.
Como resulta de fácil corroboración al mirar en que han invertido sus recursos prioritariamente las sociedades que se comprometieron con el cambio y la transformación para salir de la pobreza y el atraso, como China, la India y Brasil en los últimos tiempos, o como un poco antes lo hicieron Japón y Corea, o Estados Unidos en su indeclinable propósito de apuntalarse como imperio.
Salud y educación pertinentes y de óptima calidad para sus habitantes, vÃas de comunicación rápidas y de fácil recorrido con los principales centros de consumo, acceso generalizado a la internet, agua en suficiencia de buenas condiciones tanto para el consumo humano como para el uso agropecuario e industrial, pero por sobretodo una energÃa suficiente estable y expedita dado que de ella, como fuerza vital de nuestra sociedad, dependen, la iluminación de interiores y exteriores o sea la seguridad, el calentamiento y la refrigeración de nuestros ambientes, la información, la conservación de las mercancÃas, la obtención de alimentos y su preparación, el tráfico urbano, el funcionamiento de la maquinaria fabril, el comercio, la operación de las instituciones educativas, los hospitales y clÃnicas, etc., etc..
Asà las cosas, mal puede seguir pensándosele un futuro viable a Ibagué con el actual déficit infraestructural que la aqueja y la falta de autonomÃa para conducirlo dado que varios de ellos, fundamentalmente el de energÃa, están por fuera de su control y gobierno y en manos de gentes foráneas a las que poco les importa el progreso local, lo cual le imposibilita a la ciudad aclimatar siquiera su industria y su comercio actuales y garantizarles su permanencia estable en el tiempo, y mucho menos acoger o generar nueva inversión.
En consecuencia, el mejoramiento de los servicios básicos y la apropiación de su dirección y manejo, deben convertirse para los ibaguereños en prioridad y razón para su supervivencia vital, cualquiera que sea el destino que se aspire para esta capital, al punto que el programa de gobierno de candidato a rectorarla de cara a las próximas elecciones que no incorpore estos propósitos con propuestas racionales y ciertas de solución, no puede ser aceptado por los electores y debe ser rechazado ipso facto con la consecuente negativa del voto.
Hasta hoy la desidia o el desinterés han sido la constante del electorado frente al tema; pero ya nos llegó la hora a todos de participar en su orientación si es que queremos que la ciudad no perezca.
¡De esta magnitud es el asunto!
Comentarios