Los delfines sirven a un propósito cósmico, más allá de nuestros saberes, 14 años después, el propósito cósmico vive.
Entre las miles de especies del reino animal, sin lugar a dudas la más espectacular es el delfín.
Por ello, EL NUEVO DÍA de agosto 15 de 2000, un año después de la muerte de Jaime Garzón, le rindió un homenaje ecológico.
Al único ser humano que he logrado asociar con los delfines es a Jaime Garzón: por lo inteligente, tolerante, el montón de paciencia, el amor desinteresado y sobre todo por la dedicación.
Los delfines durante el día solo sustraen media hora para comer y el resto lo viven en función de los demás y todo con un gran sentido del humor.
Veamos unas referencias comunes: Dos delfines jugaban con una anguila. Esta los eludía zambulléndose en un hoyo en el fondo.
Pero uno de los delfines se apodero de un pequeño pez con aguijón venenoso, lo tomó cuidadosamente en su boca y lo empujó al agujero donde estaba oculta la anguila.
Esta salió de inmediato del hoyo, y de este modo continuo el juego. Así jugaba Jaime para sacar a Romaña de su cambuche.
Bil Schul relata que conoció a los primeros delfines cuando él estaba pescando macarelas frente a la costa de Florida. Los encontró bailando y saltando juguetonamente detrás de su bote para espantar a las macarelas en ochocientos metros a la redonda. Al igual que Jaime en la alcaldía de Sumapaz.
Siempre están protegiendo a los humanos de los tiburones agresivos o salvándolos de una muerte en el mar.
“Un día, cuenta Bil, cuando buceaba para sacar coral en un arrecife cercano, me estremecí de pronto al ver una figura en forma de torpedo que se movía hacia mí en el agua. Pensé de inmediato “¡tiburón!” y me disparé frenéticamente hacia la superficie.
Al instante siguiente estaba junto a mí y me sentí lleno de gozo al descubrir que era un delfín. Permaneció cerca de mí mientras nadaba; pero cuando salí a la superficie y estuvo seguro de que podía llegar a mi lancha con comodidad, partió con la misma velocidad con la que había llegado. Así era Jaime en los secuestros.
El físico y biólogo Leo Szilard pronóstico que si el hombre alguna vez aprendía a hablar a los delfines, esos intelectuales del mar, de velocidad cerebral increíble, obtendrían todos los Premios Nobel de Física, Química y Medicina, y además, el premio de la Paz. Bien que te lo ganaste Jaime.
El descubrimiento accidental de que los delfines imitan las voces humanas presentó la posibilidad estimulante de una comunicación. Un día, un delfín imitó los sonidos de las gentes de un laboratorio. Y cuando se hizo sonar la cinta de los sonidos a un cuarto de su velocidad normal, de los graznido, los sonidos metálicos y chillidos, surgió la imitación de la voz humana: estaba repitiendo los sonidos de las gentes del laboratorio, incluyendo la risa. Recordaremos el poder de imitación y mamadera de gallo con la voz de Jaime al teléfono.
Un delfín joven perdió de vista a su grupo y fue atacado por tres tiburones. Empezó a emitir una serie de señales de socorro. El efecto fue bastante asombroso. Más de 20 delfines nadaron a su velocidad máxima, y los machos embistieron a los tiburones sin aminorar su velocidad y pronto los esqueletos cartilaginosos de los escualos fueron despedazados y se hundieron sin vida en el fondo del mar.
Jaime siempre corría en defensa de los humanos en peligro… Paradójicamente… esa madrugada del viernes nosotros no alcanzamos a escuchar las señales de socorro de Jaime. Ahora lo lloramos.
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