Viva el Procurador

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Quienes creen que el compañero ‘Lalo’ se equivocó al destituir e inhabilitar por 15 años al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, tacan burro. Todo forma parte de un hermoso y singular plan que nadie diferente a nuestro comandante hubiera sido capaz de imaginar y, mucho menos, llevarlo a cabo de la forma tan perfecta como él lo hizo. 

En esta comarca muchos pensamos, cuando el compa ‘Lalo’ hace 35 años quemó en la hoguera libros impuros de García Márquez, Rousseau y Marx, además de otros pornográficos porque enseñaban educación sexual, que era un cavernario entregado a defender los intereses de grandes monopolios, como el de la iglesia que tanto mal y pobreza ha traído a nuestro pueblo. 

Esa brillante jugada de ‘Lalo’, que aprendió en la trinchera que la combinación de todas las formas de lucha es lo que lleva al éxito, le permitió hacerse a la confianza de los máximos jerarcas de la derecha decadente que lo impusieron como Procurador para defender sus intereses. Allí continuó su camuflada, inteligente, silenciosa y dolorosa labor, mostrándose inflexible e implacable con los liberales que favorecen la diversidad, con las mujeres que quieren abortar cuando las violan, cuando el feto está malformado o cuando sus propias vidas están en riesgo y hasta con los animales a los que les baja el pulgar para que los maten en las plazas de toros.   

Solo hasta ahora, pero con un regocijo inmenso, vinimos a descubrir en ‘Lalo’ a nuestro más preciado compañero obrero y revolucionario. Nunca antes en la historia del país, nadie, ni Pizarro, ni Jaramillo Ossa, ni Pardo Leal, ni siquiera Gustavo Petro, lograron que sin disparar un tiro nos aclame Colombia entera, que las multitudes nos acompañen, el parlamento europeo nos proteja y que los gringos nos respalden. Gracias por salir del closet, compañero Alejandro, su ejemplo nos alienta a todos para seguir luchando por el país. 

Compañero, su nombre lo inscribiremos junto al de otros grandes revolucionarios como Jesús, el ‘Che’ Guevara y Mandela. ¡Qué viva el Procurador!

Credito
JAIRO ALFONSO MARTÍNEZ GÓMEZ

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