En los albores de 2014 continúa la discusión, en territorio brasilero, del Plan Nacional de Educación de ese país latinoamericano, ya aprobado por el Senado y que puede ser sancionado por la Cámara de diputados en febrero de este año. De acuerdo con la propuesta, se pretende elevar el presupuesto a la educación en aproximadamente 185 mil millones de dólares, que correspondería al 10% del PIB.
La propuesta se explica en el marco de las huelgas que los maestros han adelantado, con la solidaridad de diferentes sectores de la población y que se han convertido en un escena recurrente, año tras año, en respuesta a las precarias condiciones de trabajo. Consignas tales como ¡Vamos a despertar! ¡Un profesor vale más que Neymar¡ y ¡Queremos escuelas normales! se han constituido en una muestra del descontento.
El último lugar de encuentro que congregó a los maestros fueron las movilizaciones que comenzaron el 6 de junio de 2013, en plena Copa Confederaciones de Fútbol. Lo que empezó como un movimiento contra el alza en los transportes públicos, terminó en un torrente de ideas que defendía la educación. En el telón de fondo, los cuestionamientos hacia la injerencia del capital en el fútbol, convirtiendo este importante deporte en negocio.
En respuesta, el gobierno de Dilma prometió medidas sociales en materia educativa. Desde este punto de vista, el Ejecutivo se encargó de recoger ese clamor popular a favor de la educación. Para dar cumplimiento a las 21 metas del Plan de Educación el Ejecutivo propuso, como fuente de recursos, las ganancias derivadas de la renta petrolera.
Si bien es cierto, no existe certeza sobre la repercusión inmediata de esta medida en materia de calidad; también es verdad que la aprobación del Plan generaría las condiciones para discutir temas tan sensibles como el acceso y la permanencia a la escuela, la dignificación de la profesión docente, el aumento de salarios -que se contempla de manera explícita en la meta número 17-, la mayor inversión a nivel de infraestructura, el fortalecimiento a la investigación, la capacitación docente y, en general, la necesidad de fortalecer la educación en todos sus niveles, con especial atención en la primera infancia.
Está claro que el desarrollo de un país va ligado al tipo de educación impartida, las sociedades avanzan en la medida en que su educación también lo hace, y, para impulsar una educación de calidad es necesario incrementar los recursos. Enhorabuena, la intención que se percibe en el país carioca, como conquista del gremio docente y la sociedad en su conjunto.
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