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Todo ello con el fin de lograr convencer a ingenuos y expertos, creo que más a los ingenuos. Es decir, se empieza a mover toda la parafernalia de la política electoral.
Surgen los expertos de siempre que dicen conocer la problemática del país, de los departamentos y de los municipios, y como tal, su solución. Vuelven los discursos preelaborados y quizás trillados. Lo triste de todo esto, es que son los mismos de siempre que buscan sacar provecho del poder económico que ostentan y del respaldo de los agonizantes partidos políticos. Lamentablemente en nuestro medio no se cuenta con un proceso de selección técnico, transparente y confiable. Todo lo contrario, lo que prima son las componendas políticas, el padrino o padrinos o el grupo que lo respalde. Razón tienen los que afirman que la política en nuestro país no se hace a partir de ideas y argumentos, sino con dinero. Realmente es toda una industria.
Es triste, que un país con profesionales altamente calificados con excelentes hojas de vida y trayectoria profesional, y de gestión probada, sea administrado por los menos capaces, situación que se da en virtud a que los no competentes aprovechan la apatía e indiferencia de los que sí lo son.
Es hora de pensar y actuar con sentido de patria y pensamiento colectivo; es hora de ejercer la ciudadanía, como lo viene planteando nuestro escritor William Ospina, si es que queremos salir de la crisis en que estamos. Llegó el momento de contribuir a la construcción de un nuevo país, que ofrezca a todas las personas una vida digna a partir de contar con los mínimos vitales que merece todo ser humano.
Ser indiferente o apático es respetable pero no aceptable; más cuando somos egresados de la educación superior, ello nos obliga a coadyuvar a construir el futuro a la sociedad. Como tal, la invitación es a ser partícipes activos de la construcción de una nueva Colombia, para lo cual debemos tomar conciencia de la problemática en la que nos encontramos e iniciar la concientización de nuestros familiares, vecinos, amigos para que actúen con responsabilidad si realmente queremos enderezar el rumbo. No podemos permitir que se siga engañando a la población con promesas o dadivas, que si bien es cierto les permite ilusionarse o salir de una situación económica difícil -momentáneamente- de una situación económica difícil, también es cierto que con ese actuar se condena a la mayoría a tener que vivir en medio de la pobreza, la inequidad, la corrupción, el hambre y el desempleo. No seamos egoístas, trabajemos en bien de todos y no de unos pocos.
Empecemos ya la tarea de concientización. No dejemos para mañana. No permitamos que otros tomen la delantera. Solo así podremos romper el cordón umbilical a la situación que hoy tenemos y de la cual todos nos quejamos, pero pocos actuamos. Recordemos que la indiferencia bloquea el espíritu. Iniciemos entonces con el cambio para no tener que decir ‘vuelve y juega’.
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