Para saber adónde va la gente es suficiente mirar la camiseta que lleva puesta. Porto la camiseta sin color de la UT desde mi época de líder estudiantil y cuando nuestra universidad fue considerada la mejor universidad agropecuaria del país. Fui parte del equipo de Parga Cortés, que hizo posible la iniciación del Museo y del programa de bibliotecas públicas del Tolima y, entre otras vainas, presidente de la asociación de Ingenieros Agrónomos egresados de la UT.
Me sobran razones, por lo tanto, para mirar con preocupación la situación de la U. Se rumora sobre manipulación de concursos y procesos disciplinarios, amenazas contra quienes protestan, politiquería, burocracia y clientelismo, falta de respeto a los profesores, poca atención a la calidad académica y mal manejo del presupuesto. Son rumores que circulan y que en nada benefician a la institución. Se hace necesario establecer el diálogo, franco, sincero y con respeto entre los diferentes estamentos. Si este se desarrolla pensando en elevar la calidad de la educación, que tanta falta nos hace, mejoran el desempeño de todas sus dependencias, las relaciones entre los diferentes estamentos y el futuro de la U puede vislumbrarse como entre las mejores instituciones de educación superior del país. Es el mínimo a que aspiramos quienes con la camiseta puesta nos sentimos orgullosos de nuestra alma máter.
Pero si el tema es politiquero, la vaina sí es con el color de la camiseta. Los que posan de liberales se la ponen roja, así desconozcan las ideas que fueron defendidas por los liberales. Los conservadores, tan untados de corrupción y tan divididos, dejaron de utilizar la azul. Los del centro democrático la usan color paraco. Amarilla, los seguidores de Clara López. Los de Peñalosa combinan el verde con el amarillo, mientras que la reelección reparte camisetas con los colores del arco iris, mermelada y su cuota de corrupción para el Tolima. Varios colores, bastante difuminados por la carencia de ideología y falta de interés por el bienestar de los colombianos.
Como la ideología y el color de la camiseta no cumplen un papel tan importante en la politiquería, hay que entrar en la moda y robar ideas electoralmente rentables. Clara López, Santos y Peñalosa respaldan el proceso de paz. Los dos últimos saquean ideas y toman propuestas de la izquierda. Pero, eso sí, nada contra la corrupción para no perder votos. Se hacen los pendejos que no saben que le hace más daño al país la corrupción que la violencia. De pronto están pensando como Turbay en lo de reducir la corrupción a sus justas proporciones, mientras que al Oscuro Iván con la asesoría de José Obdulio les da por organizar paseos a la ruta Pablo Escobar y peregrinaciones al santuario de la Virgen de los Sicarios y un grupo de los nuevos moralistas, con camiseta negra, imparte conferencias sobre la importancia de la virginidad… En los prostíbulos y se divierten escuchando La Cuchilla, mientras tratan de explicarse por qué García Márquez metió en una de sus obras la frase de moda: si hubiera sabido que mi hijo iba a ser presidente, lo hubiera puesto en la escuela.
Ñapa. -Desesperante el oportunismo de Pachito. Quiso montarse en ancas de la cuasi candidatura de Óscar Iván y lo mandaron a buscar la flor del pispirispis. Trató de apropiarse de la bandera de la revocatoria de Petro y se quedó chorreando babas. Por la misma línea aparece el galicado Pierre García con la revocatoria del Alcalde de Ibagué, cuando muchos esperaban que intentara conocer la ciudad y de pronto le gastaría unas horas para investigar sobre el Rojo Atá.
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