El fantasma del olvido
Llegué a media mañana y la encontré en la sala del hogar donde ahora vive. Me acerqué y me senté enfrente mirándola con una sonrisa como saludo. Me miró con extrañeza como si el recién llegado fuera alguien desconocido. Yo confiaba en que en algún recodo de su memoria quedara algún recuerdo de quien estaba ahora acompañándola, visitándola. No es fácil verla ausente cuando ha sido tan amorosamente cercana y cuando hay tanta historia común compartida.