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Esta semana que pasó las críticas han sido por el estado de las vías de la ciudad, pero anteriormente han sido por el nivel de endeudamiento, por obras inconclusas o por la inseguridad. Estas críticas amplificadas por sectores políticos de oposición inician en la indignación colectiva, pasando por una respuesta oficial de la alcaldía que incluye algunas acciones inmediatas, para después terminar en la normalización y en el olvido.
Al analizar este ciclo de la opinión pública que se repite cada vez que surge un escándalo o se deteriora algún bien público, se entiende la elevada desconfianza de la ciudadanía hacia las instituciones políticas, ya que prevalece la sensación de que el gobierno de la ciudad no ofrece soluciones efectivas a los problemas que generan indignación. La Encuesta de Percepción Ciudadana de Ibagué Cómo Vamos (2023) ofrece algunos indicios sobre este tema. La encuesta revela que el 29% de los ibaguereños que no votan lo hace por falta de interés, el 27% considera que los políticos son corruptos, y el 15% afirma que los candidatos no cumplen sus promesas. Esto significa que el 71% de quienes no votan lo hacen por desconfianza o incredulidad, distanciándose del sistema político de representación. Este dato es relevante en una ciudad con una tasa de abstención electoral superior al 40%.
Al analizar en detalle desde un enfoque de cultura política, se evidencia como en la ciudad el sistema democrático presenta una mixtura de participaciones. Dentro de las tres categorías que presentan Almond y Verba, existe un grupo de personas que consideran la participación como indispensable en un sistema político. Son aquellos que denuncian y ponen en agenda temas socialmente relevantes, como el estado de la malla vial o la ejecución del gasto público. Sin embargo, también existe un sector que no reconoce un poder central y cuya relación con la política está motivada por factores religiosos o económicos —una cultura política parroquial— que siente los efectos de la administración, pero sin interacción o exigencia
En el medio de estos dos tipos de cultura política se encuentra una muy numerosa denominada como la cultura política del súbdito. En este caso, los ciudadanos reconocen a sus líderes, como el alcalde y los políticos regionales, pero adoptan una postura pasiva en la toma de decisiones. Principalmente motivados por la desconfianza o al percibir una relación de poder desigual, no se atreven a denunciar, organizarse o exigir sus derechos. Esta cultura política, en sistemas democráticos como el colombiano, genera relaciones políticas afectivas y normativas más que racionales. Es decir, el ciudadano termina votando por obligación, por empatía con una figura pública, e incluso como un favor hacia alguien cercano, en lugar de analizar cómo esta decisión electoral influye en su bienestar y en el de su entorno.
Ante esta breve descripción, es importante valorar la influencia de la participación democrática en el desarrollo regional. Cada cuatro años como ciudadanos tenemos la opción de elegir, no solo la persona que gobernará, sino el plan de desarrollo que se quiere ejecutar. Pero la participación no se debe reducir solo a elecciones, debe ser una interacción permanente que lleve a los ciudadanos, empresarios, academia y gobierno a ejecutar un plan que ataque las problemáticas socialmente relevantes y mejore la calidad de vida. Al respecto, doy tres recomendaciones para afianzar la cultura política participativa de la ciudad:
En primer lugar, priorice temas. Nadie tiene la capacidad de hacer seguimiento a todo lo que pase en la ciudad. Por lo tanto, es importante hacer una lista corta con las problemáticas que le afecten a usted y a su comunidad. En Ibagué, algunos de los problemas destacados desde la Encuesta de Percepción Ciudadana (2023) son la salud, la pobreza y vulnerabilidad y la educación, además del empleo que es una constante en las diferentes mediciones. Como segunda medida, busque aliados y organícese, una sola persona no puede hacer un cambio significativo. Es necesario buscar personas con las mismas prioridades que usted para solicitar información, estar pendientes de las decisiones que se tomen y que sus opiniones tengan más peso al momento de ejecutar una acción. Finalmente, tome decisiones electorales libres y conscientes. Al pasar de una aproximación afectiva, a una con mayor peso racional, se podrán hacer acuerdos concretos con sus representantes y obtener mejores resultados.
El llamado a la acción es claro: priorice temas, organícese y exija acciones que mejoren la calidad de vida de los ciudadanos y sus comunidades. La acción política es responsabilidad de todos; la suma de una cultura política participativa resultará en un sistema político más sólido, mejores indicadores en temas sensibles y una sociedad con un mayor bienestar.
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