El fenómeno de la polarización que se ha dado bajo el gobierno de Gustavo Petro ha sido presentado por algunos analistas como una de sus principales características.
El mundo está en ascuas ante lo que pueda ocurrir en Venezuela este 10 de enero, luego de que Nicolás Maduro asuma en continuidad la presidencia de dicho país.
Los altos círculos del poder económico han calificado de exagerado el aumento de 9,5 por ciento al salario mínimo, pues dicen, como siempre, que es inflacionario, que desestimula la generación de empleo y propicia la informalidad.
Ya no deben existir dudas acerca de que las afirmaciones lanzadas en campaña presidencial contra Gustavo Petro no fueron más que meras consignas difundidas
La parte final de mi último comentario dio lugar a que algunas de las personas que me favorecieron con su lectura interpretaran con excedido optimismo lo que califiqué como la noticia política más importante de los últimos años: la formalización de la coalición Pacto Histórico como partido.
Yéndose por las ramas, algunos políticos y líderes de opinión se han dado a la tarea de despotricar del presidente Gustavo Petro por haber hecho uso genérico del término “maldito” en referencia a los congresistas que enterraron el proyecto de Ley de Financiación, con la cual se buscaba sortear el desequilibrio de ingresos y gastos que presenta el presupuesto nacional de 2025.
Desde antes de su posesión presidencial, Gustavo Petro viene proponiendo un acuerdo nacional que haga viables las reformas que propuso en campaña con el respaldo popular.
Según debe creerlo la derecha, el 21 de junio de 2026 será el día en que concrete el golpe blando que viene impulsando desde cuando Petro asumió la jefatura del Estado.