La importancia del agua en la agricultura

Luis Armando Castilla

La interacción del ser humano con su entorno ha permitido que se creen las condiciones necesarias para garantizar la vida humana.
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Lo anterior es posible gracias a los servicios ecosistémicos que brinda la naturaleza, incluyendo temas de regulación, por medio de las condiciones climáticas apropiadas; de apoyo, con temas como el ciclo natural del agua, nutrientes y polinización, entre otros; y de abastecimiento, siendo este vital para obtener el alimento que necesitamos a diario para garantizar la vida de todos los habitantes del planeta. 

Dentro de los servicios ecosistémicos de abastecimiento, específicamente en la producción de alimentos, el uso del agua y el suelo resultan vitales. Si bien necesitamos producir el alimento suficiente en busca de garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, es necesario optimizar el uso del agua dulce, preservando sus nacimientos, reservorios y cuencas hidrográficas, con el fin de tener un entorno sostenible por medio de practicas regenerativas para el beneficio de la humanidad. 

De acuerdo con estimaciones de la FAO (2024), en la actualidad cerca del 70% del agua extraída se utiliza en agricultura, siendo un porcentaje mayor en regiones en vía de desarrollo como America Latina. Igualmente, para 2050 se proyecta un aumento del 50% de la cantidad de agua requerida en agricultura para suplir la demanda alimenticia de la población bajo un escenario tendencial. Este uso es tan importante, ya que el agua es el componente más abundante de los alimentos, determinando por medio de su cantidad, calidad y naturaleza, procesos bioquímicos primordiales para la inocuidad, suficiencia y disponibilidad. Ejemplo de ello son productos con una composición superior al 90% de agua, como las frutas y las hortalizas.  

En términos de seguridad alimentaria y nutricional, la disponibilidad de agua óptima para cada tipo de cultivo es fundamental para garantizar el acceso a alimentos de manera suficiente y segura para los habitantes del planeta. Para ello, y teniendo en cuenta la demanda futura de la población, es importante enfocar la atención en dos aspectos principales: por un lado, optimizar el uso del recurso hídrico, utilizando técnicas de agricultura de precisión, análisis de suelos, técnicas nucleares e isotópicas, entre otras. Por otra parte, resulta fundamental el cuidado de las fuentes hídricas, sus cuencas hidrográficas y las aguas subterráneas, alineando su uso de abastecimiento con la sostenibilidad en la producción, reserva y tránsito. 

 

Lo anterior implica un triple reto para los productores de alimentos y los profesionales en la ingeniería agronómica, profesión clave para el futuro de la humanidad. El primer reto de suma importancia es la adaptación productiva a las nuevas realidades climaticas y ambientales presentes en la humanidad, en especifico para fines de este articulo a la optimización del recurso hídrico sin disminuir la calidad y la inocuidad de los alimentos. Ello implica entender el sistema productivo y la complejidad de su relación con los elementos naturales, proponiendo soluciones eficaces. 

Por otra parte, el segundo gran reto que se tiene es a aportar desde la producción agropecuaria a la protección del agua. Esto incluye tanto el cuidado del agua de riego y los vertimientos de agua residual, como la aplicación de practicas de agricultura regenerativa, con el fin de fomentar la salud del suelo, aumentar su capacidad de almacenamiento de agua y bajar los requerimientos de riego en la medida de lo posible. Lo anterior, partiendo de ampliar la visión que se tiene del agua como aquella superficial y visible, a una visión que incluya el agua subterranea y la capacidad de absorción y mantenimiento de la misma en el suelo.

Finalmente, el tercer reto que se expone es la necesidad de sensibilizar sobre la importancia del agua en cada uno de los procesos productivos y la repercusión ante una posible ausencia de ella en la seguridad alimentaria. Esto sirve para poner en una balanza el uso final del agua, reducir la conflictividad por su acceso y planificar en torno a suplir las necesidades de abastecimiento de ella, sin afectar el consumo humano y garantizando el acceso a ella para la producción agricola. De esta manera se podrá proponer soluciones desde diversas perspectivas: optimizando los recursos existentes, protegiendo los cuerpos de agua y planificando su uso armónicamente.

Luis Armando Castilla Lozano

Presidente ASIATOL

José Armando Castilla

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