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Es urgente y necesaria una reforma estructural de nuestra economía y sobre el sistema financiero, que con costos elevados de sus servicios cada vez vuelven más esclavos a los ciudadanos que desesperados y sin alternativas, acceden a la barbarie que significa la bancarización y sus servicios.
Parte de la informalidad de nuestra economía, es la formalidad para tratar al que menos tiene, al que quiere hacer empresa, al que denominan de clase baja o media, aquel que también es víctima del mercado, de la obsolescencia de las cosas o simplemente como nos lo describen en su libro ‘Repensar la pobreza’ los Nobel de economía Abhijit Banerjee y Esther Duflo, donde debemos replantear los esquemas que abordan el hambre y la pobreza, así como los mismos conceptos técnicos que las definen.
El crecimiento económico de Colombia no puede seguir dándose en el sector financiero, debe ser en el aparato productivo del país que se genere riqueza y equidad, el agro, los servicios turísticos y tantos otros que generan circulación de dinero en todas las escalas y no como pasa ahora que solo se genera riqueza para unos pocos.
Los banqueros del país se convirtieron en los mayores aportantes a la inequidad, a la pobreza y al hambre. La corrupción estatal como cáncer se ha irrigado hasta la empresa privada y juntos coexisten y se articulan para mantenerse en escenarios de poder.
Los problemas que enfrentan a diario los más pobres en Colombia, están directamente relacionados con la falta de oportunidades, la pobreza es el desencadenamiento de una serie de circunstancias que someten, dominan y hasta fascinan a los que menos tienen, un marasmo entre el dominio de un sistema financiero abominable y una economía de mercado, que nos hace esclavos.
Junto a David Barguil vamos a acabar los privilegios de los banqueros, a eliminar los oligopolios dominantes, a generar más oportunidades basadas en la educación, la productividad, la seguridad, el campo y la familia, lo haremos de frente y sin miedo.
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