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“Dar la vida por la patria, dar la vida por los colombianos” son frases que permanentemente rezan, soldados y policías en todos sus rangos, lo hacen de manera real, no para el discurso, ni en los escritorios sino en el territorio, por eso es tan doloroso ver desde el irrespeto a la autoridad, como los asesinatos viles y crueles cometidos por diversos grupos sociales y de delincuentes contra nuestra fuerza pública.
Repudio y dolor vivimos cuando diferentes medios y expresiones espontáneas de colombianos nos muestran hechos lamentables contra la fuerza pública, por eso hoy más que nunca debemos rodear a todos nuestros soldados y policías, darles una voz de aliento y de apoyo, ser solidarios con sus luchas y sus batallas, pero también pedirle al gobierno nacional, con toda determinación avance en el reconocimiento, legitimidad y apoyo, al accionar en términos de legalidad, transparencia y protección de derechos de nuestra fuerza pública, bajo ninguna circunstancia podemos sucumbir en la lucha contra la delincuencia y la ilegalidad, sea cual sea su expresión.
No se puede premiar a los malos y limitar a los buenos con afán de justificar una política de “reconciliación nacional”, la paz pasa por el reconocimiento de nuestras instituciones, su independencia y su valor en el cuidado de la democracia.
El país no puede construir escenarios de reconciliación, perdiendo la autoridad, nada más peligroso que un Estado débil en materia de seguridad como valor de la democracia, nada más peligroso que negociar con bandidos sin preceptos, menos principios de respeto por las instituciones y por la vida.
Hoy más que nunca debemos rodear nuestra fuerza pública y nuestras instituciones, las que debemos hacerlas robustas e independientes. No se puede convocar románticamente a la paz a los grupos delincuenciales, insurgentes o no y al pueblo agitarlo provocadoramente desde el balcón.
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