Baste aclarar que todos estamos haciendo fuerza porque nuestro seleccionado llegue al mundial de fútbol en Brasil, de eso que no quepa duda; pero también pensamos que siendo el equipo un Ãcono nacional debe simbolizar algo más allá de estar corriendo detrás de un balón para meterlo en una red. Es casi un ejemplo viviente de lo que se debe y no se debe hacer. Por eso que el seleccionador haya sido figura de abuso contra una mujer es un hecho imperdonable desde cualquier punto de vista.
Nada de disculpas sin poner la cara y por comunicado a las mujeres y la ciudadanÃa. Nada de fórmulas para que sea la misma “hinchada†la que pida que el Bolillo regrese, sacando encuestas de todos los pelambres: unas por las noches, otras al mediodÃa, otras en las emisiones radiales de las mañanas, para ir concluyendo que el paÃs pide a gritos que “retorne el Bolillloâ€.
Baste preguntarse por qué no se ha pronunciado la máxima autoridad del deporte nacional, es decir Coldeportes; por qué no lo ha hecho la Federación de Fútbol sobre el caso o la Dimayor; por qué sólo habla una que otra consejera presidencial de género; cuál es la razón para que no se busque que la Fifa se pronuncie sobre el particular aprovechando que somos sede del llamado segundo evento deportivo más importante del mundo futbolÃstico.
Son muchas inquietudes frente a ese comportamiento que pareciera guardar un silencio cómplice frente a una realidad de abuso y de maltrato hacia nuestras mujeres.
Aquà tampoco se trata, ni muchos menos, de hacer procesos de inquisición sobre la persona de nadie, ni más faltaba, porque todos somos seres humanos imperfectos y llenos de errores, pero sà se trata de dar mensajes contundentes a la sociedad que sirvan para su formación como colectivo frente a las problemáticas que posee. Esa es la discusión de fondo en este asunto: qué tan bueno es un mensaje férreo y ejemplarizante para las nuevas generaciones (y las viejas) de que sin importar qué dignidad se ostenta en todos se rechaza y no se tolera la constante agresión de que son vÃctimas las mujeres; o si es mejor poner otros intereses de unidad nacional por encima de ello y aceptar la disculpa pública y ya.
De darse un pronto regreso de ese muy buen entrenador de fútbol a la selección nacional, el mensaje es nÃtido: cojamos a pata a nuestras mamás, hermanas, tÃas, sobrinas, primas, hijas y esposas, que eso, si la sociedad nos necesita para algo, nos lo perdona. Amanecerá y veremos y como dicen por este medio: Dios nos coja confesados.
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