El hombre que vistió siempre igual mientras invitó a una generación a pensar diferente abandonó la existencia después de crear una compañÃa que alteró la historia de la tecnologÃa, y de la que exigió perfección hasta el último de sus dÃas. Regalar a los usuarios de sus dispositivos la mejor experiencia posible fue su bandera de guerra, y obsesionarse con cada detalle de esos productos le fue tan natural como respirar.
Steve Jobs se convirtió a sà mismo en un Willy Wonka electrónico y misterioso, que cada cierto tiempo salÃa de su fábrica secreta para presentar un dispositivo capaz de maravillar al mundo. El juguete que todos querÃan en navidad. El aparato que hacÃa a padres de familia, dirigentes polÃticos y ejecutivos sentirse como niños de 10 años.
El Woz y Apple
Steve Jobs también murió después de negarse a firmar la autobiografÃa de su amigo y cofundador de Apple: Steve Wozniak. Esa no fue la única vez que el visionario con cuelÂlo de tortuga puso a prueba la amistad del hombre conocido simplemente como El Woz.
Antes de fundar una empresa juntos, Jobs le propuso a Wozniak desarrollar un videojuego para la compañÃa en que él trabajaba: Atari Inc., afirmando que le darÃa la mitad del dinero que recibirÃa por el producto terminado. Wozniak pasó cuatro noches sin dormir para entregar los circuitos del juego antes de un plazo ficticio establecido por Jobs, quien le pagó 375 dólares por el trabajo. Luego, Wozniak descubrió que a Jobs le habÃan pagado cinco mil dólares.
Jobs también serÃa quien convenció a Wozniak de iniciar una empresa juntos, porque valÃa la pena aún si fracasaban, y fue él quien compró el estudio de animación Pixar cuando la misma compañÃa que fundó con Wozniak decidió retirarlo de su trabajo como administrador.
El éxito de Pixar y su propia empresa NeXT harÃan que Jobs regresara a Apple en 1997, para luego convertirse en su director ejecutivo, reestructurar la compañÃa, y convertirla en lo que es hoy.
A su manera
A través de décadas en que dirigió varias compañÃas, Jobs demostró ser un hombre convencido de que habÃa una forma distinta de hacer las cosas en la industria tecnológica: su propia forma. Y lo que es más sorprendente: probó que tenÃa el talento necesario para salirse con la suya.
El hombre que renunció a un trabajo en Atari y viajó a la india a buscar una iluminación que, según él mismo, encontró en el LSD, regresó a occidente para hacer una apuesta contra la vida; Jobs presentÃa que podÃa cambiar la forma como las personas interactúan con la tecnologÃa, y no se rindió hasta averiguar si su corazonada era cierta.
Su determinación lo obligó a tomar algunas de las decisiones más drásticas y polémicas del mundo digital, y a convertirse en una figura controversial; admirado por millones de aficionados a sus productos, respetado por miles de empleados de Apple, y criticado por centenares de expertos en la industria.
Jobs estaba convencido de que la gente no tiene idea de qué quiere, especialmente cuando se trata de dispositivos electrónicos.
Su preocupación por que los consumidores de sus productos tuvieran una experiencia placentera lo llevó a diseñar una cultura tecnológica alterna, centrada alrededor de la premisa de que era él quien debÃa descubrir qué necesitaban sus usuarios, para luego entregárselo en forma de un dispositivo impecable.
Un hombre como Steve
Algunos de sus seguidores podrÃan decir que Jobs se convirtió en algo asà como un padre para ellos; dándoles excelentes dispositivos para estudiar o trabajar sin prestar atención a sus peticiones extravagantes. Los detractores del hombre que dirigió su compañÃa hasta dos meses antes de morir pueden decir que con sus productos exploró un territorio peligroso entre el despotismo digital y los modelos de hardware y software cerrados.
Wozniak afirma que se siente inmensamente afortunado de haber sido elegido por Jobs como su compañero en la aventura que fue fundar Apple, y que siempre eligió fijarse en los cientos de caracterÃsticas positivas de su personalidad en lugar de estancarse en las diferencias que tuvieron a lo largo de su vida.
Ahora él comparte con millones de personas un mundo que entiende a sus herramientas electrónicas de forma diferente gracias a Steve Jobs, y sabe que si la vida terminara con un examen acumulativo, su nombre estarÃa en la sección de tecnologÃa.
El impacto que causó su muerte es acaso una evidencia más de que, simpatizantes, crÃticos o indiferentes, todos los habitantes del globo pueden sentirse afortunados de haber compartido su tiempo con un hombre como Steve.
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