El pasado de Alejandro Aguilar, marcado por plazas de mercado y el duro esfuerzo para ser actor

Crédito: Tomadas de la Fan Page de Alejandro Aguilar / EL NUEVO DÍA
El actor ibaguereño siempre se ha sentido orgulloso de ser tolimense y de haber crecido en una familia con padres trabajadores dedicados al agro y a la confección, quienes le enseñaron la pujanza de la tierra Pijao.
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Alejandro Aguilar es un nombre que ha adquirido reconocimiento a nivel nacional e internacional por su desempeño profesional en las artes escénicas como lo ha sido en el teatro, cine y televisión.

Antes de lograr dedicarse a su pasión artística, el actor vivió en Ibagué, donde nació y creció. Se dedicó a varios oficios, y entre esto y sus vivencias de barrio construyó la esencia de varios de sus personajes icónicos.

Por este motivo, Aguilar siempre habla con orgullo cuando se trata de recordar su infancia, mencionar especialmente el oficio de sus padres, su barrio 20 de julio y la región. 

 

Crecer entre plazas de mercado

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Aguilar, según lo que le cuenta su madre, Martha Ligia Vásquez, nació en la esquina de la Plaza de la 28, por ende que gran parte de su vida la haya pasado entre la cotidianidad de las plazas de Ibagué.

De hecho, trabajar en estas fue un oficio que pasó de generación en generación en su familia. Sus abuelos Marco Elí Aguilar y Ana Delia Forero eran de Santa Isabel, y se dedicaban a la venta de papa y queso. Doña Delia se hizo reconocida en la plaza por este último.

Este legado pasó a su padre, Ramiro Aguilar, quien se dedicó a la venta de arveja con la que actualmente trabaja, y que a pesar de los golpes que ha tenido el agro colombiano con la importación de tantos productos, resiste.

“Con mi padre estuve mucho tiempo ayudándolo; estuve en un proceso con él en la plaza de la 14 y en la plaza del Jardín, en ese momento la del Jardín estaba inaugurando y ahí llegaba todo lo que era al por mayor”, comentó Aguilar.

Por otro lado, aparte de dedicarse a ser cotero y trabajar en oficios varios de las plazas, también aprendió de su madre la confección de ropa, especialmente de jeans.

“Mi madre es operaria, toda la vida ha trabajado para satélites, ella lo que hizo fue coser y yo aprendí su oficio: A ojalar, embotonar, presillar, manejar las dos agujas, la máquina plana y era muy bueno haciéndolo”, contó.

Para ese tiempo presillaba hasta 450 pantalones diarios. Ese empuje tolimense siempre fue pilar fundamental en su hogar. “Mi referente fueron unos padres muy trabajadores y lo siguen siendo, no les puedo quitar su gran pasión así yo tenga un mundo totalmente diferente”. 

 

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Acercamiento a la actuación

Sin pensarlo, don Ramiro y doña Martha quienes siguen radicados en el barrio 20 de julio, impulsaron el amor de Aguilar por la actuación.

Desde que era un niño lo llevaban al cine, y es que para Alejandro hablar de este es un completo gusto, por eso recuerda los teatros de ese entonces como lo fueron Metropol, El Doral y Julio César, donde no se perdía los ciclos de película.

Esa afición fue alimentada por su padre Ramiro, quien desde Santa Isabel le llevaba los afiches de las películas para que el joven los pusiera en su cuarto.

“Esa es otra parte de mi vida muy poderosa porque mi papá y mi mamá me llevaban al cine y mire cómo programaron mi vida; ellos qué iban a pensar que iba resultar siendo actor. (…) Todo eso pasa allí con un papá que no me preguntó ni las tablas ni las divisiones ni las clases de español o geografía, pero sí qué película viste”.

Esto entre su afición por el baile, su paso por los Apolos men y la oportunidad de asistir a un taller de actuación con Ronald Ayazo, gracias al apoyo que le brindó Juan Carlos Morales, llevaron a Aguilar a incursionar en la actuación.

 

Su inspiración: El barrio

El crecer entre plazas de mercado, la confección y la cotidianidad del 20 de julio, construyó la esencia de Aguilar quien recuerda que fue gracias a esto que pudo interpretar con más propiedad varios de sus papeles más conocidos, ejemplo de ello son ‘El Cachi’ en Rosario Tijeras o ‘Toño’, en El Chapo.

“Respeto la escolástica y la academia, soy absolutamente académico, (...) pero siempre he creído que tengo la vulnerabilidad y el carácter de mis barrios. Mis personas tienen eso, la humanidad del 20 de julio, el carácter indudablemente, porque son barrios donde las dificultades forman mucho carácter”, expresó.

Y resaltó que siempre busca exaltar el Tolima en sus producciones como por ejemplo en ‘180 segundos’, que es un amante de escuchar el Bunde Tolimense, de vivir el Festival Folclórico Colombiano y todavía disfruta ir a comer un mojicón con Coca Cola en La Gogo, entre muchas cosas más.

 

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Hay que dignificar el agro

Aguilar se ha destacado también por ser una figura pública que propone y cuestiona.

Al ser de familia dedicada al agro y conociendo la compleja situación que afronta el sector en el país, le ha sido inevitable pronunciarse frente al tema.

“Uno no puede realmente creer, es absurdo que importemos 20 mil toneladas de café donde se supone que somos productores, que tengan que regalar la papa, es un gobierno mediocre y tirano con el agro el que permita eso”, afirmó.

El actor comentó que han sido años difíciles para su padre Ramiro al enfrentarse a la apertura económica y sostenerse, y tener que saber que ahora durante la pandemia varios allegados a su familia hayan tenido que ver quebrar sus negocios.

“Mi papá desde hace muchos años ha sido golpeado, todo se importa. Desde que aparecieron las grandes marcas, los grandes centros comerciales y todo esto, todo cambió para el agro”.

“No se imagina lo que es saber que cierran una plaza cuando toda la vida mi papá, durante alrededor de 55 años, ha hecho lo mismo. Le están quitando la vida”.

Por este motivo a través de lives y distintos proyectos, el ibaguereño busca tratar de concientizar y llegar a los públicos, dar a conocer la situación pero no solo desde su casa sino también yendo a estos espacios.

Comentó que va a hacer un proyecto fotográfico con Gabriel Carvajal, una propuesta a la que le tiene mucha fe, y que buscará desarrollar en Corabastos y las plazas de Ibagué.

 

 

 

Credito
EL NUEVO DÍA

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