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En un artículo publicado en la quinta edición de la revista Música, cultura y pensamiento de la Facultad de Educación y Artes del Conservatorio del Tolima los autores, Yeison Fernando Esquivel Chala y Boris Alfonso Salinas Arias, se preguntaban lo siguiente: “¿por qué razón conocemos tanto de músicas foráneas pero tan poco de las propias?”
Si bien lo que definimos como ‘nuestra música’ es una constante mezcla de 5 siglos, la mirada hacia la época precolombina ha sido más limitada por cuenta de la “aculturación influida por la radio, la asimilación de las músicas foráneas, la evangelización, el conflicto armado, las festividades y las influencias actuales”. Es decir, como hay menos huellas, es más difícil estudiar sus orígenes, desarrollos y fusiones y evoluciones.
Lo indígena en nuestra música
Esquivel y Salinas dividen la historia de la música indígena del departamento en tres periodos: el precolombino, la Conquista y el que abarca desde la República hasta la actualidad.
Las descripciones de las primeras músicas se las debemos a cronistas como Fray Pedro Simón y Fray Pedro de Aguado, quienes hablan, en términos que hoy se consideran despectivos, de cantos y danzas estrictamente relacionadas con la celebración de ritos y ceremonias. “La danza, la música, el rito y el chamanismo se funden en uno solo. En la América prehispánica la música comunicaba al hombre con la naturaleza y los instrumentos musicales eran objetos rituales presentes en el baile, cuyas representaciones simbolizaban poder”, afirman los autores.
Hibridación forzada
Antes de la llegada de los españoles a América quienes habitaban este continente ya tenían idiomas, religiones, músicas, manifestaciones artísticas, costumbres e incalculables tradiciones. En unos cuantos siglos la mayoría de todas estas riquezas culturales, además de un número incalculable de vida humanas, fueron extintas. Solo algunas lograron resistir y esas mismas se han ido mezclado desde entonces.
Ese proceso de hibridación es difícil de identificar. Más allá de románticas historias épicas sin verificación, en la música que enorgullece al departamento se alzan hermosos rastros africanos en la percusión de sus tambores, españoles en sus guitarras y tiples e indígenas en el sonido claro y brillante de su flauta traversa.
Ritmos, instrumentos, letras y trajes
Cuando se habla de Tolima se piensa en bambucos, sanjuaneros, rajaleñas, guabina tolimense y pasillos. Cada uno de ellos tiene una larga historia que ha sido reseña en libros, periódicos, documentales y en la cultura popular. Esa larga confluencia de ritmos, enriquecida por la danza, los trajes y los festivales, es parte fundamental de nuestra cultura regional y nos hace ser lo que somos.
Letras que le hablan al amor, a la naturaleza, a la alegría o a la melancolía; instrumentos que vienen de muchos lugares y que se unen para expresar nuestros sentimientos colectivos y escribir nuestra historia; compositores que con sus canciones dejan fijo una parte de nuestra memoria para que otros escuchen y conozcan lo que fuimos.
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