Con un acto en el páramo de Pisba, municipio de Tasco (Boyacá), esta organización ambiental llega de manera oficial a nuestro país, con el propósito inicial de velar por la conservación de los páramos.
El mensaje será reclamarles a las autoridades ambientales por haber concedido licencias a la compañía minera Hunza Coal, que, según los activistas, “propone un proyecto de megaminería de carbón para la explotación de más de 700 mil toneladas anuales (…) que se va a dar en plena área de páramo”.
“En Pisba buscamos revocar los títulos mineros, no solamente las licencias”, dice Consuelo Bilbao, argentina representante de las campañas que empezará a desarrollar Greenpeace en el país. Agrega: “Queremos que se delimite el páramo a escala 1/25.000 como lo establece la ley”. La referencia la hace por los 88 títulos mineros que dice se han entregado en esa parte de Colombia, donde además critican el tiempo, que consideran récord, en el que fueron entregadas las licencias.
Ella, junto a Gustavo Stancanelli, jefe de prensa en Argentina de esa organización, están viajando por el territorio nacional promocionando sus actividades y buscando la suma de voluntades en pro del ambiente.
En diálogo con Colprensa Bilbao y Stancanelli oficializaron la llegada de Greenpeace al país. Luego de manifestarse en Pisba, tienen en la mira el páramo de Santurbán (en Santander). “Hemos hecho prediagnósticos en el caso colombiano, pero por ahora nos hemos enfocado en los páramos”, dice Consuelo y añade que sus acciones irán creciendo en la medida en que la organización se vaya afianzando.
“Nos preocupan mucho los casos de Santurbán, y La Colosa (en el Tolima), vamos a mirar con atención lo que pasa en el agronegocio en el Meta, y la manera como se avanza sobre los humedales en la Sabana de Bogotá; pero el primer capítulo de trabajo serán, sin duda, los ecosistemas de páramos”, dice Bilbao.
Un problema
del planeta
Según esta activista, la problemática con los páramos no es exclusiva de Colombia, menos de la comunidad de Pisba, sino un asunto que afecta al planeta entero. “Los páramos, además de surtir de agua al 70 por ciento de colombianos, son reservorios que ayudan a controlar el efecto invernadero”. Resalta la lucha que por más de una década viene dando la gente de Tasco, pero asegura que se han empezado a comprar conciencias para tratar de diluir la fuerza de los reclamos.
Según esta argentina “a pesar de que el Plan de Desarrollo del Municipio de Pisba (2008 – 2011) reconocía los impactos negativos de la minería; las autoridades fueron indiferentes al deterioro ambiental y continúan otorgando títulos y licencias ambientales y permitiendo el desarrollo de la actividad”.
Este domingo Greenpeace llegará a Pisba con banderas y carteles en lo que ellos denominan ‘Demostraciones’, para manifestar su preocupación por la desigualdad entre las políticas minero-energética y ambiental que “está poniendo en grave riesgo los recursos naturales del país y la calidad de vida de los habitantes”.
Sus reclamos los hacen sin desconocer que en Colombia existe una importante regulación para proteger los páramos. “Entendemos que un país debe crecer y desarrollarse, pero es vital para las generaciones futuras que se preserven los recursos naturales, y más estos sistemas estratégicos, como son los páramos”, señala Bilbao al cuestionar que el interés económico de unos pocos se imponga sobre los derechos ambientales de la población.
“Los páramos colombianos están en peligro”, añade preocupada.
Colombia, Chile, Argentina
La presencia de esta organización en el país es el primer paso en un proceso de integración regional de Greenpeace Andino, en el que los esfuerzos que se hagan en Colombia se sumarán a las tres campañas ambientales que se adelantan en Chile y a las cinco que se cumplen en Argentina.
Esta intención obedece a que las problemáticas climáticas son las mismas. “Cambian los contextos políticos, pero los intereses económicos y los capitales que avanzan sobre los recursos naturales son los mismos, dice Gustavo Stancanelli. Añade “uno puede ver la minería y se repiten las empresas, ve los capitales y en muchos casos son los mismos”.
“Los contextos políticos son muy diferentes en cada país. En el caso de Colombia, no sé si el término sea que nos asuste, pero es cierto que nos preocupa, pues es un contexto diferente”, dice Stancanelli, en referencia a los problemas de orden público. Resaltan que el actual proceso de paz con la guerrilla de las Farc les ha dado más confianza, tanto que se han movilizado por diferentes partes del territorio nacional sin problema. “Hace 10 años no era posible trabajar en Colombia, por los problemas de violencia social”.
Stancanelli también califica como “importante” la conciencia ambiental que existe en el país, y considera que ese es el primer paso para crecer. “Por suerte, muchos colombianos están interesados en temas de medio ambiente y mucha gente está interesada en trabajar como voluntaria en Bogotá, Cali, Medellín, Boyacá, Barranquilla, Pereira, y muchos lugares más. Es gente que quiere levantar las banderas de Greenpeace”.
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