Al mando de un Boeing 777, prestando su servicio a Emirates Airlines, una de las compañías más prestigiosas de aviación del mundo, está un ibaguereño: se trata de Iván Peñaloza Kairuz.

“Un ibaguereño, nacido y criado en esta querida ciudad, y bachiller del Colegio San Luis Gonzaga”, así se describe el piloto a través de una rápida entrevista por correo, y agrega que prestó su servicio en la Armada Nacional.

Estudió duro, dentro y fuera del país, además obtuvo su licencia y estuvo vinculado con Avianca por 14 años, “fue una carrera bonita, y luego quise explorar más en mi trayectoria como piloto”.

Por eso aprovechó un concurso con Emirates y lo ganó. Desde ahí, no ha dejado de surcar el cielo y extrañar esta tierra que lo vio nacer, y a la que vuelve a compartir con su familia y amigos cada vez que tiene una oportunidad.

En la actualidad, está radicado en Dubai (Emiratos Árabes Unidos) desde 2010, y se siente complacido de poder volar a muchos lugares, conocer otros países, otras costumbres y otras culturas empresariales.

“Nos llamaba mucho la atención a mi esposa y a mí salir a explorar el mundo”, resume su experiencia actual.

Lo vivido en el aire

Iván Peñaloza ha hecho su carrera en diferentes modelos de aviones, “como en toda aerolínea”, aclara. En este momento, es capitán de un Boeing 777, que define como una referencia de avión muy versátil.

Y es así porque en esta máquina, de las más confortables que existen, se ha desplazado tanto en su región (el Oriente Medio) como de alcances mediano -Europa, Asia y África- y largo -América y Australia.

“De hecho en febrero de 2016 vamos a comenzar la operación a Ciudad de Panamá desde Dubai, que va a ser el vuelo más largo que haya realizado una aerolínea: 17 horas y media aproximadamente”, comenta.

Representa mucho

Uno de los aspectos más significativos en este trabajo, según Iván, es el crecimiento profesional. “Emirates me ha dado la oportunidad de operar en zonas donde nunca siquiera imaginé, como el Polo Norte, toda Asia, África, etc.

“Personalmente creo que ha sido muy enriquecedor poder conocer y vivir diferentes culturas y así experimentar la idea más global del mundo”, reflexiona.Y describe que al principio es difícil estar tan lejos. “Uno extraña todo. Pero después comienza a darse cuenta de que así tengamos tantas diferencias culturales, somos todos parte de esta raza humana, que un día empezó a migrar y se regó por todo el mundo. “Pienso que los seres humanos somos curiosos por naturaleza y queremos viajar y explorar”, asegura.

Como una de sus primeras anécdotas, tiene presente el haber comandado por primera vez el aterrizaje en Tokio, capital de Japón, lo que recuerda como “un sueño para mí”, porque el recibimiento fue mucho más que un simple gesto.“Me impresionó ver cómo, a nuestra salida del sitio de parqueo del avión, los mecánicos y señaleros nipones, con esa cultura de infinito respeto y mística, encargados de guiar el avión, se despedían haciéndonos venias mientras remolcábamos. Y continuaban despidiéndose con la mano hasta perderlos de vista”, narra.

De todas maneras, concluye, “estarán siempre en mi mente los recuerdos de mis primeros vuelos sobre la meseta de Ibagué, donde aprendí a aprovechar los vientos, mientras contemplaba nuestra hermosa geografía tolimense”.