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“En la era premoderna existía una secuencialidad inalterable, donde el sexo llegaba al final de todo, coronando el proceso después del matrimonio”, señala la escritora Eva Illouz. Hoy el sexo ya no es más la llegada, sino el punto de partida de las relaciones. Según la autora, los cambios sociales, culturales, económicos y tecnológicos han marcado un guión sexual social de pasos a seguir en las nuevas formas de relacionarse, en donde sentir o engancharse está mal. Algo así como que el que siente, pierde. Que hay que hacerse el interesante o hacerse desear.
Eva Illouz explica en su libro “Por qué duele el amor”, cómo se dieron estos cambios sobre el modo de vincularse y el lugar del sexo, y que pese a ser cambios sociales y culturales, los rechazos y las pérdidas siguen siendo fracasos personales.
Porque ante el aumento de parejas sexoafectivas posibles, aumentan los rechazos y aumentan las desilusiones. “Tomamos como una falta personal algo que tiene que ver con un cambio social”. Aquí la perspectiva de la autora sobre de dónde surgen estas formas de relacionarse. Expertas hablan sobre cómo empezar a pensar en un uso consciente y responsable de la sexualidad y los vínculos, sin agotarlos o exceder su capacidad de renovación.
Hacerse cargo de las emociones propias
Pilar García Flórez, psicóloga sanitaria en TherapyChat, considera importante entender que una relación o vínculo, va más allá de uno mismo. “Tenemos que dejar a un lado el egoísmo y cultivar la empatía”. Tener claro que cualquier relación tendrá conflictos. “Tenemos derecho a equivocarnos, pero si somos responsables afectivamente tendremos que asumir la responsabilidad de nuestros actos”.
“Es esencial hacerse cargo de las propias emociones. Es decir, no podemos culpar al otro de lo que sentimos. Tenemos que ver de dónde vienen esas emociones y sobre todo, qué nos quieren decir. Practicar la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace es igualmente ineludible: lo peor que podemos hacer es terminar confundiendo y llenar de dudas a la otra persona”.
¿Qué hay de la responsabilidad afectiva?
La responsabilidad afectiva es un factor sumamente importante para que este tipo de vínculos funcionen.
La responsabilidad afectiva implica hacerse cargo del impacto emocional que tienen las acciones en otros individuos y ser honestos con los propios sentimientos y emociones. Los poliamorosos, por ejemplo, saben que para que sus vínculos amorosos y/o sexuales funcionen, deben hacerse cargo de esa responsabilidad afectiva. Para que esto suceda, debe haber un canal de comunicación abierto donde cada integrante pueda expresar con claridad y sinceridad lo que piensa y siente. A pesar de las creencias, las nuevas formas de relacionarse abiertamente, requieren de mucho trabajo para que puedan llevarse a cabo de la manera más sana posible.
Uno de los fenómenos que empezó a darse a partir de relacionarnos a través de los medios digitales es el famoso “ghosting”. El ghosting es una forma de terminar una relación con alguien de forma repentina frenando toda comunicación con esa persona. Para algunos expertos, una opción en la que no se practica la responsabilidad afectiva.
Se deja de responder a los mensajes, se bloquea, se desaparece sin dejar rastro. Es un corte unilateral sin aviso, en el que se deja al otro sin saber qué pasó, en un estado impotente y sin oportunidad de hacer preguntas o recibir información que ayude a procesar emocionalmente la experiencia.
“Ghostear” silencia e impide expresar las emociones y ser escuchado, lo cual es importante para mantener una autoestima.
¿Cómo pensar en un sexo más libre y responsable?
Para que la cosa funcione, Ruth González Ousset, sexóloga, psicoterapeuta y profesora de terapia sexual y de pareja en la Universidad Autónoma de Madrid; y Silvia Sanz, psicóloga y sexóloga, coinciden en que las personas que se involucren en una relación sexoafectiva deben establecer unas ‘normas’. “Tiene que haber parámetros previamente establecidos por ellos: un contrato, límites, un guión… y esto puede ir variando dependiendo de la demanda que surja en el momento”, confirma Ruth González Ousset. Las recomendaciones de Silvia Sanz son las siguientes:
• Tener claro qué van a practicar, tanto a nivel individual como de pareja.
• Mantener mucha comunicación y respeto.
• Es recomendable que sean encuentros puntuales, para que la pareja descanse de la experiencia. Si es posible.
• No repetir con las mismas personas para evitar posibles celos o vínculos emocionales.
• Que las parejas que lo practiquen no entren en conflictos; es importante que se encuentren en un buen momento.
• Distinguir bien que una cosa es el sexo y otra el amor que puedan sentir entre ambos.
• Siempre hay que hacer lo que cada uno desee porque quiere, no por complacer al otro o a que todo se acabe.
Hiperconectividad
La era de la hiperconectividad ha dado la falsa ilusión de que se tienen muchísimas más opciones de parejas sexoafectivas posibles. Por lo que vincularse se volvió un terreno agotador. En la modernidad es posible “elegir libremente”. El sexo y los vínculos amorosos ya no responden a intereses económicos o familiares, y sumado a la globalización y las redes, se ha ampliado aún más el campo a una infinidad de vínculos sexuales posibles.
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