La gente critica la economía del país y del mundo, pero El Dorado parece como si regalaran, no pan caliente, no iría tanta gente, sino visas americanas.
Como de costumbre el vuelo estuvo sobrevendido, gente peleaba, envolvían sus maletas, empujaban el carrito con 15 maletas y tres niños, había fila preferencial para los ciudadanos europeos, cuando es probable que el 99 por ciento de los pasajeros fueran nuestros lustres compatriotas. Y, no podría faltar, no cabía una gota salada de lágrimas más.
Sin embargo, cuando llegue a Frankfurt, toda esta teoría mía de los aeropuertos como centros de reunión sentimental, no podría ser más falsa. Supuestamente es uno de los aeropuertos más transitados del mundo, pero creo que en densidad de población, El Dorado arrasa. En Frankfurt nadie llora, a nadie lo esta dejando el avión, así que nadie se cuela en inmigración o en el punto de seguridad. Es más, la gente camina como si estuvieran “vitriniando” en la Tercera. ¿Seremos nosotros o los alemanes los raros?
Y finalmente llegue a Bangkok. ¿Qué día es? ¿Qué horas son? ¿Quién soy y por qué rayos estoy aquí? ¿Qué es este dolor en las rodillas? NO TENGO NI P!!#$%/ IDEA!!.
No es para más. Fueron muchas horas de viaje, días muy largos con noches muy cortas. Mi reloj biológico dice que son las 2 a.m., afuera hay un sol enceguecedor, calor asfixiante, y acabo de desayunar. La fila de inmigración es interminable y cuando por fin llego al oficial, me dice que me tengo que devolver porque como soy colombiano tienen que hacerme un chequeo médico. No de drogas, ni de enfermedades venéreas, pervertidos, sino de fiebre amarilla. Así que me toca devolverme, hacerme el chequeo y volver hacer la fila de inmigración, pues allá no es como en Colombia que si se me olvida algo la señorita muy amable dice “Vaya tranquilo que cuando termine me hace ojitos y yo lo dejo pasar”.
Para entonces ya estoy verde. Necesito una cama, necesito no pensar más. Estoy exhausto. Pero no acaba aquí el viaje. Me faltan 1h30min de tren con dos transbordos subiendo y bajando escaleras a 40 grados con el morral al hombro. ¿Qué fue todo lo que traje en esta vaina tan pesada? Primera lección: 2 pantalones y unos jeans (MUCHO) 5 camisetas (MUCHO) crema de afeitar (MUCHO) 2 pares de zapatos y unas chanclas (MUCHO).
Bangkok. Que en realidad se llama Krunthep-Mahanakon-Bororn-Rattanakosin-Mahintar-Ayutthaya-mahandilokpo.... y si sigo se me iría toda la columna en el nombre. En conclusión, el nombre Bangkok es una invención totalmente occidental,(¿a que no lo sabían?) solo que los tailandeses ya se han adaptado a él, pero en realidad la llaman Krunthep (Ciudad de los ángeles). Bangkok, es la capital y la ciudad más grande de Tailandia. Es una urbe de 15 millones de habitantes, con enormes rascacielos, cosmopolita, a orillas del río Chao Phraya. Tailandia es mayoritariamente budista, con una minoría musulmán al sur del país y otras menores religiones regadas por la región.
En Bangkok se pueden encontrar innumerables templos budistas donde los locales van a peregrinar, dar ofrendas y, sobre todo, agradecer. El budismo no cree en un Dios. Para ellos, la forma de llegar a la felicidad es bajo la ausencia de todo apego y pasión. Cuando se tiene apego a hacia algo o alguien, la infelicidad llega, debido a que ese algo o alguien eventualmente partirán de tu lado. Por lo tanto, apegarse religiosamente a la voluntad de un Dios no es concebible, ya que dependerás de él en cierta forma. Le rezan a Buda. Un ser humano que ha reencarnado varias veces para repartir su sabiduría y ha logrado llegar al Nirvana; estado de perfecta paz mental libre de avaricia, rabia y todos esos sentimientos aflictivos.
En el hostal de Bangkok me tocó compartir el cuarto con cinco personas. No fue muy grave. Solo había uno que roncaba como una tractomula y otro que hablaba de noche. Gracias a Dios, tengo el sueño pesado.
Desde el primer instante en Tailandia me di cuenta de lo turístico que es. ¿Y a qué va el turista a Tailandia? Sí, por el turismo sexual. Está en todas partes, a todas horas. Si le dices a un taxista o a un conductor de Tuk Tuk -una especie de mototaxis- que te lleven a un bar te van a preguntar ¿niños? ¿mujeres? ¿hombres? ¿ladyboys? Se da por hecho que si quieres salir de noche en Bangkok, lo que buscas es compañía.
Todo esto por los gringos. En los sesentas, durante la guerra de Vietnam, los “marines” llegaban a Tailandia a satisfacer sus ansias sexuales, no solo por la abstención prolongada, sino también por el temor de, tal vez, ser la última vez en compañía de una mujer u hombre. Es tan extendido el turismo sexual que se ha creado una mafia alrededor. El turismo no solo se enfoca en el pago de dinero por una relación sexual. Hay lugares en donde mujeres u hombres hacen shows de sexo en vivo o “malabarismo vaginal” como para no escandalizar. Es un destino obligado al turista, sale en los top 10 de cosas por hacer en la mayoría de guías.
Así que fui. Fui con dos tipos que conocí a ver las contorsiones vaginales. Tiro al blanco con ping pong (El blanco fui yo claramente) con banano, destape de botellas de gaseosa, toque de trompeta. Usted diga que ella lo hace. No fue muy agradable el espectáculo. Cuando quisimos irnos, fuimos a dar los tres dólares cada uno por la cerveza que ni nos tomamos. Error. Resulta que es todo una estafa. Nos mandaron para la barra y pretendían cobrar 30 dólares a cada uno. Cuando hicimos señas como de negarnos o salir corriendo, todas las mujeres del show, así como vienen al mundo, se nos abalanzaron, nos empezaron a empujar, gritaban palabras indescifrables, amenazaban con llamar la mafia, lastimarnos. Solo podía recordar la guía. “Asegúrate de cuadrar bien el precio. La policía no hace nada en caso que te maltraten; tienen seguros”.
Por un largo tiempo dije que los aeropuertos son lugares llenos de sentimientos. Cargados de energía. El día de mi partida a Tailandia, no fue la excepción. El Dorado estaba a reventar.
Credito
JUAN MANUEL GARCÉS Especial para EL NUEVO DÍA
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